Cuarta Temporada

Para entender esta historia! deberas leer la Primera (living without limits 1) y segunda (living without limits 2) temporadas!!
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Cap 30

Alex llena de seguridad se acercó a toda prisa hacia la puerta de la entrada de su casa. Sus manos estaban hechos puños a sus costados y se precipitó a tranquilizarse. Estaba harta de todos y de qué ella misma creyera que tenían razón. ¡Ya no más! Se repitió ella en su cabeza y continuó dando zancadas hasta llegar a la puerta. Ni siquiera se despidió de Mina por toda la furia que ya comenzaba albergar en ella. Ya estaba completamente harta de que nadie pudiera respetar sus decisiones que ella tomará. Que a todo el tiempo tuviera que pedir permiso sabiendo que lo único que ella deseaba eran cosas buenas.
Suspiró lentamente con la única intención de hacer latir menos su corazón y que su furia no la cegara y cometiera estupideces.
Abrió la puerta.
-¿Tenía razón no? –insinuó su hermana a lo lejos.
Ese fue otro punto malo a favor de Sarah. Ahora sabía que ella era la única culpable. Podía conocer a su hermana cometer las estupideces más grandes con tal de no verla feliz a Alex.
Intentó calmar su furia haciendo varias respiraciones mientras sus ojos la buscaron por toda la casa.
-Conozco a esos tipos y me dan asco –volvió a comentar Sarah quien ahora Alex había encontrado su voz que se hallaba en la cocina.- Y no tienes porqué agradecerme….
No hizo falta que mencionara su nombre. Ya sabía a ciencia cierta que se trataba de Tom.
-¡Cállate! –la encontró finalmente- Sabes, eres una estúpida. No me sorprende que hayas planeado todo esto con tal de separarme de él. ¿Sabes por qué lo hiciste? –le gritó fuertemente a Sarah quien tenía los ojos como platos sosteniendo una soda de naranja.
-¡No me grites! –ahora era Sarah quien deseaba tener el mando como diario lo hacía.
-¡Pues si te grito! Y ahora me vas a escuchar te guste o no. -Sarah guardó silenció contemplando lentamente a Alex- estoy harta, harta de ti, harta de mis padres, harta de toda la bola de envidiosos que no pueden aceptar que una persona puede cambiar. No me importa si te hicieron sufrir a ti, no me importa si me critican. ¡Es mi vida! Y yo tengo derecho a decidir lo que quiero. Ahora ni tú ni nadie puede impedirme largarme de aquí.
-No me dejes… -su hermana extendió su mano hacia ella llena de angustia.
-Tú te lo buscaste –aguardó silenció y casi se dejó envolver por la tristeza de Sarah pero se contuvo.- yo solo quería una persona que me apoyara. Qué estuviera conmigo cuando más lo necesite –su voz se le quebró por completo – tú nunca estuviste ahí. Ahora que soy feliz voy a luchar por lo que amo más. Y ni tú ni nadie hará que nos separen.
-Solo lo hice por tu bien ¿No te das cuenta? –se excusó furiosa arrojando la soda que se estampó contra la pared haciendo un charco enorme en el suelo.
-No –negó muy tranquila- lo hiciste para tú bien. Durante algunos días estuve pensando la verdadera razón por la que no aceptabas otro chico en mi vida y ahora lo sé. Simplemente tienes miedo a que te deje sola.
-No es cierto –chilló furiosa.
-Pues arréglatelas porqué me largo de aquí.
-¿A dónde iras?
-A donde siempre debí estar….con mi nana.

*****

Mina recorría lentamente el pasto verde que rosaba en su mano en una de las ventanas. Estaba un poco extrañada y algo molesta. No se trataba de los problemas de Tom o los de Alex, quien podía escuchar claramente los gritos de las chicas. Pero aun así eso no logró captar su completa atención. Simplemente se dejó llevar por la brisa y pos sus pensamientos. Pues algo más grande llamó su atención. El automóvil de sus padres estaba estacionado muy cerca y estaban cargando muchas cosas en ella. Detrás del auto se situaba un camión enorme donde varios ayudantes ayudaban a subir sus cosas.
El estado de Mina se encontraba en neutro y continuó a paso lento mirando poco a poco a sus padres dirigiendo sus cosas para llevarlas al camión…..de mudanzas.
Mina los miró pero no dijo nada. Simplemente esperó.
-¡Mina! –gritó su madre al verla y la abrazó fuertemente- te tengo buenas noticias ¡Nos mudaremos! –exclamó llena de alegría pegando un fuerte brinco.
Ni siquiera notó su madre que Mina no estaba feliz. Quiso esperar a que preguntara pero no lo hizo. Si no que simplemente su mirada se preocupó por una caja muy grande.
-Yo no quiero mudarme –dijo en un susurró temiendo cometer una equivocación a sus padres. Aun les temía a ellos.
Su padre, quien hablaba por teléfono le sonrió y le guiñó un ojo antes de que Mina pudiera hacerle una seña negativa, así que él simplemente le dio la espalda.
Ese era un punto débil de Mina. Sus padres. Los amaba con tanta intensidad que nunca perdía la fe en que algún día llegaran a felicitarla por algo bueno que hizo o algún regaño por qué no obedeció las reglas.
-Tengo que hablar –insinuó de nuevo con la voz baja. Incluso tuvo que jalar la blusa de su mamá como si estuviese avergonzada. -¿Podemos hablar?
Jamás creyó que se sintiera una niña pequeña como si estuviera por confesarles que había quebrado el jarrón favorito de mamá.
-Lo haremos luego cariño –respondió con una sonrisa. - ¡Esa caja tómenla con cuidado! –le gritó a uno de los que se encargaban a subir las cosas. Mina no pudo más.
-¡Ahora! –exigió con un grito.
Su madre se giró hacia con ella en modo sorpresivo. Sus ojos estaban de par en par y solo se limitó a asentir con la cabeza mientras que Mina la dirigía hacia su cuarto para tener un poco de privacidad.
-¿Qué pasa? –preguntó su madre desesperada una vez que llegarón. Supuso Mina que tenía prisa por lo de la mudanza.
-Es ….-vaciló un poco y después continuó- es esto, de veras no quiero irme.
-¿Pero por qué no?
-Porqué aquí tengo mis amigos….
-Hay no te preocupes por eso –bufó- en Nueva York también harás muchos amigos..
¡Nueva York!
-¡No! –Negó pegando un fuerte grito- Yo no quiero eso y me gustaría quedarme aquí.
-¿No quieres estar con nosotros?
Si –pensó Mina, aunque sabía que de todos modos no los vería.
-De todos modos es como si no estuvieran conmigo –respondió finalmente.
Sin desearlo, Mina navegó rápidamente al pasado donde sus peores recuerdos fueron en la infancia. Un recuerdo mayor volaba con intensidad por toda la cabeza de Mina “el recuerdo en el que ella les anunciaba a sus padres que sería la bailarina principal de la obra, tenía solo ocho años cuando hizo su primera obra. Y ahí estaba, parada frente a cientos de personas, buscando donde deberían de estar sus padre y ahí estaban, los lugares vacíos.
-No hables de esa forma –se excusó lastimosamente- todo lo que estamos haciendo lo hemos hecho por tu bien.
-¿Por mi bien? –Eso la hizo estallar- Hubiera preferido que nunca hubieras trabajado. Me hiciste tanta falta.
Mina no lloró pero si sintió que algo la desgarraba de la garganta. Aun así solo podía mirar a su madre con tristeza.
-¿Esto no es lo que tú querías?
Mina negó con su cabeza lentamente. Su madre bajó su mirada y suspiró lentamente.
-Ya no quiero depender de ustedes más –comentó Mina desgarrada. Estaba desbastada por lo que estaba ocurriendo. Pues en sus sueños más profundos podía ver como les hablaba a sus padres sobre sus sentimientos.
-Me quedaré aquí pase lo que pase –dijo decida tomando valor y forzando a quitar su rostro de amargura. Ahora podía sentir libremente como la seguridad abundaba toda su mente y su cuerpo.
-Solo quiero verte feliz –suspiró su madre una vez más mientras le acariciaba la mejilla- y si eso te hace feliz, está bien.
Finalmente ella sonrió sin dejarle de tocar la mejilla. Eso solo provocó en Mina otra gran sonrisa mientras veía su vida transcurrir sin la ayuda de sus propios padres.
Al final de cuentas los extrañaría mucho.


*****

Mientras Alex empacaba toda su ropa con mucha furia no dejaba de pensar en lo que había creado su hermana. Un problema estúpido por su seguridad. “Porquerías” concluyó finalmente muy molesta. No le importó mucho hablar a solas, era lo de menos, pero lo que ya no toleraba era la actitud de su hermana. Por primera vez en su vida pudo comprender que no siempre tuvo la razón en muchas cosas. Y que lastima que se hubiera dado cuenta de la peor forma.
“Que mas da” se resignó lanzando fuertemente una de sus ropas hacia la maleta donde ya estaba demasiado llena.
Lamentablemente eso no fue suficiente para descargar todo el coraje que lo estaba manteniendo calmado.
-Te odio –le gritó Alex. Su momento en el que estaba feliz acompañado de Tom donde se encontraban sin ningún problema cada vez se iba desvaneciendo y se encogía de dolor- eres malvada.
-Lo hice por tu bien –oyó decir a su hermana desde abajo con un tono despreocupado.
Eso le molestó aun más pero no hizo nada al respecto. No quiso armar otro escándalo. Simplemente su plan era irse de su casa y vivir donde siempre tenía que estar.
-Estas celosa –se burló Alex mientras sonreía injustamente infeliz por no desahogarse como deseaba. Pues en el fondo quería golpearla, pegarle, jalarle sus greñas y …..
-¿Celosa? –apareció frente a su puerta de la nada. Alex se asustó al verla precipitadamente- Yo te diré lo que es estar celosa.
-Cállate –le gritó Alex- no quiero hablar contigo. Me largaré y es lo último que vas a escuchar de mí.
-Como quieras –respondió fingiendo desinterés. Después de eso dio media vuelta y bajó a zancadas los escalones.
Alex siguió manteniéndose calmada y miró el celular esperando algunas llamadas de Tom pero no había ninguna.
Alex suspiró.
El teléfono de su casa sonó enseguida y en su mente solo apareció el rostro de Tom. “Debe de ser él” pensó enseguida mientras una sonrisa florecía. “Le explicaré todo y le diré que me iré a casa de mi abuela”
Pero antes de poder contestar al teléfono Sarah ya lo había hecho. Así que esperó. Segundos, minutos.
Si hubiera sido Tom solo bastaban segundos para decir “podrías pasarme a Alex” sin ningún modalidad de saludarla. No le importaba. Pero aquello había durado más que solo segundos. Habían pasado tres minutos exactamente y la voz de Sarah cada vez se hacía más pequeña.
-¿Será que es Tom y no me lo quiere pasar? –supuso Alex quien estaba perdiendo el control de su ira. No pudo más y se dirigió directamente a donde se encontraba su hermana.
Quiso gritarle al momento que la vio colgando el teléfono rápidamente, pero el rostro que ella tenía la asustó más que cualquier cosa.
Sarah mantenía la mirada algo perdida y pasaron minutos para que se atreviera a verle la cara.
Pero Alex, con mucho más esfuerzo y por ver el rostro de su hermana se tranquilizó y esperó algo de ella. Lo que sea.
-Lo lamento mucho Alex –susurró aun con la mirada perdida.
-Pues no te perdono –contestó automáticamente Alex con un poco de furia suponiendo que se refería a lo de Tom.
-No me refiero a eso –su voz ahora sonaba tan diferente que eso comenzó a preocupar a Alex.
-Nana…. -Ese nombre pronunciarlo a través de ella fue como si le hubieran clavado mil cuchillos justo en su corazón. Y un enorme escalofrió abundó por todo su cuerpo- ….nana…falleció.
¿Cómo? ¿Por qué? ¿Cuándo? Las preguntas frecuentemente se fueron juntando en la cabeza de Alex. Su cuerpo lo sintió tembloroso y sus manos estaban entumidas. En ese momento solo podía ver en su cabeza una imagen de su abuela que se iba separando cada vez más de Alex. Ya no estaría más con ella.
Lo único que pudo sentir en ese momento fueron las lágrimas que pasaban rápidamente por su mejilla. De pronto ya no le importó nada, más que estar con ella.
-Lo siento tanto –comentó Sarah quien trataba de recomponerse pero Alex la ignoró.
Ella miró a su hermana con una mirada difícil de descifrar, ya que no mostraba ninguna expresión. Su mente ahora estaba en blanco.
Tomó sus llaves y condujo lejos, a un lugar que la llevara demasiado lejos para poder huir del dolor que ahora se estaba formando en su enorme pecho. Se sentía sola, completamente sola.
Ni siquiera se dio cuenta del tiempo que había permanecido en un solo lugar dentro del carro. De todos modos, nadie se preocuparía por ella. De la única persona que creyó haberle importado ni siquiera había intentado llamar a su celular.
Estaba oscureciendo y había llorado durante un largo rato. Por un momento sintió que estaba regresando al pasado la vez que había perdido a Joshua. Pero ahora no habría nadie quien la pudiera apoyar. Tom era el único, pero llegar a su casa iba a ser el colmo, cuando lo que en realidad necesitaba era que él llegará a ella.
-Como si fuera mi amor inesperado –confesó con un susurró que ella misma pudo escucharlo a la perfección.
Miró a su alrededor tratando de comprender por qué tanto silencio. Solo ahí supo que se encontraba en medio de un parque donde los niños pequeños ahora dormían en sus camas y la gente grande salía con sus respectivas parejas. Era oscuro y Alex decidió volver a casa.
Agradeció muchísimo llegar sana y salva hasta su casa, pues tener la cabeza totalmente perdida en medio de la noche no era fácil, mucho menos manejando.
Sus ojos los sentía hinchados y su cuerpo totalmente debilitado.
Aun estaba en shock. “ y pensar que yo estuve con ella anoche” pensó Alex para sí misma.
Abrió la puerta de golpe ignorando a los varios rostros que se habían acomodado cercas del sillón.
-¡Hay Dios Alex! –exclamó su hermana quien fue directo hacia ella. – Estaba a punto de llamar a la policía. Pero si haces eso de nuevo te juro que lo haré.
Ignorándola de nuevo se atrevió a mirar a los rostros desconocidos por si uno de ellos fuera Tom, pero lo único que vio fueron dos rostros familiarizados. Sus padres.
Alex hizo una mueca de disgusto y con el cuerpo débil pasó de largo sin ni siquiera saludarlos.
-Alex –llamó su madre alcanzándole a gritar desde las escaleras. Alex se detuvo desganada. Estaba a punto de decirle “Déjame en paz” pero no lo hizo. –Quieres que hablemos- Eso le sonó como una necesidad más que como una pregunta.
-No –negó sin dirigirle la mirada. Y solo en ese momento se apresuró a llegar a su cuarto.
Al entrar, en su cama se encontraba un vestido hermoso de color oscuro para la ocasión. Estaba segura de que se lo había regalado su madre así que lo tiró a la basura y buscó otra ropa de su propio estilo.
Ahora el coraje se albergaba justo en su mamá. Podía sentir la furia correr por todas sus venas por el simple hecho de pensar en cómo su madre había maltratado tanto tiempo a su nana. Y nunca pudo pedirle perdón en persona. La odió mucho más.
También encontró su maleta que estaba medio llena de ropa bajo su cama y sin desearlo recordó como estaba a punto de irse junto con ella. Ahora ya no más.
Aun así, llena de rabia volvió a tomar su maleta y comenzó a empacar lo que no había terminado. Se limpiaba las lagrimas cada que podía pero ni eso la detenía a dejar de empacar.
-¿Qué estás haciendo? –miró a su madre quien atravesaba por su puerta. No le contestó, solo la siguió ignorando mientras empacaba. –Ahora más que nunca debes de estar lista para despedir a tu abuela.
Ella sacó cuidadosamente el vestido que ella misma había tirado a la basura y trató de colocárselo sobre puesto –alejándolo un poco para admirar el vestido- mientras le sonreía a Alex.
Alex se detuvo de empacar y se atrevió a mirar a su madre llena de furia.
-Tu abuela te quería mucho –comentó con mucha elegancia.
-No me digas –respondió irónica.
-No estoy para tus juegos Alex –dijo su madre sacudiendo sus vestido y volviéndolo a colocar sobre su cama- estás actitudes que estás tomando no me parecen correctos.
-¿Hablaremos sobre actitudes? –Sonrió Alex maliciosamente- de ser así fuiste la persona más egoísta que pude haber conocido aparte de mi propia hermana. Me parece que ustedes sin son tal para cual. Siempre crueles hacia los demás como si no tuvieran sentimientos. ¡Las personas más crueles que conocí!
Su madre, quien estaba con los ojos de par en par le soltó una cachetada.
Alex se quedó en blanco.
-No me vuelvas a responder de esa manera. Da gracias que te di la vida.
Alex tampoco podía creerlo. Su mano pasó a su mejilla que la sentía colorada y un mar de lágrimas pasaron rápidamente por su rostro.
-Te odio –le gritó Alex sin dejar de quitar su mano de su mejilla- eres la peor madre. ¡Ojala nunca hubiera nacido!
Fue lo último que dijo antes de salir disparada hacia la salida. Se detuvo de no irse de su casa por esperar a despedirse verdaderamente de su nana. Y esperando a su Amor del que todavía albergaba la pequeña esperanza en el que apareciera frente a las puertas de su casa para irse con él.

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