Los semáforos en rojo eran una terrible desesperación. Golpeaba el volante con tanta fuerza que no le importaba si lo partía en dos. De vez en cuando se pasaba de largo en los semáforos en alto.
Su mente también pensaba negativo.
Estaba lejos al rumbo al que iba y saber que ella no estaría ahí iba a hacer todo un fracaso. Pues regresar a buscar en otra parte iba hacer otra pérdida de tiempo.
Pero de alguna forma sintió la necesidad de ir ahí, porque sabía que ella estaría.
-Si yo fuera Alex iría al único lugar donde pudiera sentirme mejor –repitió la única alternativa que le quedaba. Y si sus cálculos no le fallaban, ella estaría ahí.
No le fue difícil llegar al lugar. Pasar más de tres días seguidos por la misma carretera iba hacer el colmo de no recordarlo.
Llegó al lugar con rapidez dejando la camioneta en el mismo lugar donde había estacionado la camioneta Alex el día que visitaron por última vez a su abuela.
Pero su camioneta no estaba ahí. En caso de que ella estuviera ahí, debería de andar su camioneta por lo menos estacionada. Pero no estaba.
Y eso fue lo que le bajó la esperanza de Tom, el que Alex pudiera estar ahí. Al principió no supo si estaba bien entrar a la casa sin que no hubiera alguien, pero decidió entrar.
La puerta estaba abierta. Tom entró cuidadosamente a la casa pisando solamente con los talones. Como si no quisiera despertar a alguien que apenas acaba de tomar su siesta.
Sus ojos rápidamente comenzaron a buscarla. Pero lo único que podía ver eran las mismas cosas en su lugar aunque un poco distinto. Todo lucia apagado, triste y fría.
La buscó por toda la casa pero no la encontró, ni siquiera una señal de Alex.
-Aquí no está –dio por hecho Tom como si las fuerzas se le hubieran agotado. Toda la esperanza que pudo haber albergado en él estaba desapareciendo.
Antes de cruzar por aquella puerta, pudo recordar algo aunque no tan insignificante.
¿Qué habría sido del caballo? Pensó Tom curioso.
No se molestó en asomarse para poder mirarlo por última vez, pero el caballo ya no estaba.
-¡Vaya! –exclamó Tom desilusionado- seguro se llevaron al caballo –pensó Tom y caminó lentamente hacia la entrada.
Todo su tiempo en el camino solo pudo verlo como perdido. Pudo haber hecho otras cosas en ese valioso tiempo y lo había echado a perder. Alex seguramente ya está fuera del país, se dijo así mismo Tom nuevamente desilusionado. Caía en la cuenta de que ya no la volvería a ver más y si fuera posible encontrarla hubiera huido con ella. Para él no le importaría dejar todo por la persona que más amaba ahora.
Subió a la camioneta con la mirada perdida. Cada vez se hundía más y más en sus pensamientos como si eso lograra curarlo.
“Fui un idiota, se quejó Tom apretando fuertemente el volante, de haber sabido que era la última vez que la vería me habría despedido de ella por lo menos. Seguro ella también pensaba de esa forma con Joshua. Pero Joshua le dejó también algo como recuerdo como las visitas al hospital y su nana el caballo ¿Y a mí? Aunque…si me dejó algo, las visitas con las personas mayores y el barrio con bajos recursos y un lugar precioso donde Alex me llevó la última vez que…..
Ahí estaba la respuesta a todos sus problemas. El caballo pudiera estar con Alex en el lugar que estuvimos conversando la última vez, pensó con una pequeña esperanza.”
Tom no perdió el tiempo. Bajó de su camioneta con la esperanza en el corazón y corrió a toda velocidad hacia el lugar. Supo que estaba lejos pero la pequeña esperanza aun albergaba en él así que corrió con todas sus fuerzas.
Le faltaba muy poco para llegar. En algún momento Tom no supo si el corazón le latía con tanta fuerza por correr o por qué sabría que ella estaría ahí.
Siguió corriendo hasta ver frente a sus ojos como el lugar que anhelaba ver se iba acercando más.
Al llegar se detuvo precipitadamente para no hacer ningún ruido. Trató de calmarse y a su corazón.
Y ahí estaba, sentada dándole la espalda con su caballo bebiendo agua del rio.
-¿Alex? –le preguntó Tom temiendo lo peor. Se acercó lentamente hacia ella quien no había respondido.
-Me encontraste….. –soltó con un hilo de voz que apenas pudo escucho Tom.
No supo que decir en ese momento. Solo sentía el gran deseo de abrazarla y llevarla de nuevo a casa sana salva. Pues temía tanto por la vida de Alex como la última vez que se suicidaría por Joshua.
-Lo lamento mucho Alex –fue lo único pudo decir para tomarla por los hombros. Aunque quiso verle su rostro no pudo hacerlo.
Ella puso sus manos sobre las de él.
-No quiero que te vayas –le suplicó sollozando.
Tom la abrazó de inmediato y ella lo recibió de la misma forma sin dejar de llorar.
-Ya no puedo con esta vida –continuó llorando sobre el hombro de Tom- la vida que alguna vez pensé que estaba viviendo ha sido una completa mentira, quiero irme de aquí. –le suplicó.
Aunque Tom no entendiera ni una sola palabra, lo de irse de aquí era una invitación bastante atractiva y llamativa. Una opción imposible de rechazar.
-Quiero irme –Alex se retiró un poco para mirarlo a los ojos. Se lo estaba suplicando de nuevo.
Sabía que la respuesta era “si” pero aun así no perdió nada de hacerle una última pregunta..
Le acarició su mejilla con ternura y dedicándole una sonrisa le preguntó
-¿Esto es lo que realmente tú quieres?
Ella le leyó su mirada con cuidado, como si estuviese esperando algún truco pero no hubo nada.
Ella asintió cuidadosamente.
-¿Y qué es lo que de pronto te ha hecho cambiar de opinión?
-Todo –respondió furiosa- es una maldita cadena que estoy viviendo con mi propia madre. Mi abuela fue igual que ellas y ahora ya no sé en quien confiar. Me siento confundida.
-Si yo estuviera en tú lugar y tú en el mío ¿Qué me aconsejarías?
Alex tardó mucho tiempo en contestarle. Comenzó a dar vueltas de una lado a otro un tanto furiosa.
-Te diría que …. –dijo finalmente dejando a un lado su orgullo- que no importa lo que haya pasado. Qué para estar mejor con uno mismo ess….perdonando a los demás. Solo así sería capaz de terminar con esta cadena.
Alex guardó silenció sin poder creer lo que ella misma había dicho.
-Después de esto….¿Quieres irte? Porqué tu sabes que al final de cuentas me voy a ir contigo a donde quieras. Pero solamente me iré si es lo que de verdad quieres.
-Yo alguna vez me vi en el futuro casada, con mis hijos y con mis nietos junto conmigo. Pero si hago lo mismo que mi mamá lo único que estaría haciendo sería huir y convertirme en ella. Pero no quiero verme sola. Y la única manera de poderme sentir bien conmigo misma es perdonando a mi madre.
Tom asintió lentamente mientras la volvía abrazar.
-Eres una gran chica –Tom la besó- y no por las demás personas tenías que irte. Tienes a muchas personas que te aman y que darían la vida por ti.
-¿Que estarías dispuesto hacer por mi? –preguntó ella con una débil sonrisa.
-Todo –respondió sincero Tom y no pudo evitar sentirse estúpido por lo cursi que esto sonaba.
-Yo sabía que me encontrarías –dijo segura con una sonrisa de oreja a oreja- dentro de mí sabría que vendría aquel amor inesperado. Aquel amor del que quizá siempre estuve enamorada y que solo ahora me doy cuenta de la gran persona que eres……Te amo Tom Kaulitz –su nombre lo enarcó nombrándolo como su gran alteza.
Tom no pudo resistir las ganas de besarla con tanto deseo. La tomó fuertemente por su torso y sin soltarla la abrazó y la besó como si aquello fuera solo apenas el comienza de una nueva historia.
*****
La camioneta de Alex no funcionó después de todo y así que no le importó haberla dejado en un lugar chatarra. Como Tom siempre solía decirle.
Alex había hecho una promesa. No dejar de visitar esa casa que alguna vez fue su propio hogar. A pesar de que la abuela fuera mala en el pasado, sabía que había aprendido la lección y que ella fue quien le enseñó a hacer la persona que es.
Tom solo se dio cuenta de que si uno puede luchar por desear cambiar puede hacerlo con su consentimiento. No cambiar para lucir bien frente a otras personas sino por ellos mismos.
A pesar de todo lo ocurrido, Tom optó por llevarla de nuevo a su casa y por supuesto que ella no se negó en lo absoluto.
Durante el largo camino de regreso no pararon de hablar de pequeñas ilusiones que ambos podían construir juntos y claro que a Tom le alegraba mucho no tener que separarse de su hermano.
Al llegar a su casa nadie pudo resistir a abrazarla. Tom prefirió mirar la escena desde su camioneta parado tranquilamente sin dejar de sonreír.
Su madre la abrazaba con mucha fuerza sin dejar de llorar. Mientras que ella le respondía de la misma forma.
-No podría soportar verte perder otra vez –lloró su madre sin parar de abrazarla.
Su hermana con mala cara se acercó a Tom dejando al lado todo su orgullo.
Hizo una mueca de mal gusto antes de poder decirle algo a Tom. Tom no pudo evitar soltar una carcajada.
-Lamento mucho lo que hice –habló con tanta furia pero intentó calmarse- y debo agradecerte mucho el que no te hayas ido. Ya veo que no eres tan imbécil como creí.
-Gracias –sonrió Tom dedicándole una enorme sonrisa.
Ella puso los ojos en blanco y se dirigió hacia con Alex.
Tom no cavia de la alegría mientras podía ver aquella escena tan cursi.
Toda su perspectiva cambió cuando vio a Mina descalza caminando por la calle totalmente exhausta.
Tom volvió a reír fuerte mientras ella lograba caminar a paso lento hasta Tom.
-Eres un maldito idiota –lo golpeó justo en el pecho- te mereces eso y más. Maldito estúpido.
Tom le miró los pies descalzos sucios y volvió a reír.
-¿Porqué vienes descalza?
-Por tú maldita culpa y la de Alex. Todavía me deben una -lo amenazó con su dedo índice. –Puedes creer que haya dejado mis llaves aquí en la casa y mi camioneta afuera de tu casa?
Tom solo sonrió más.
-Hablo en serio Tom. Ustedes me hicieron hacer cosas terriblemente locas.
-Por eso eres mi amiga ¿No?
-Debería ser tu esposa –ella también logró reír un poco aunque todavía podía notarse lo exhausta que estaba y que sus pies no paraban de punzarle- aunque si no te conociera hubiera jurado que te hubieras ido con ella lejos.
-Estábamos a punto y decidimos que lo mejor era estar cercas de las familias. Después de todo no podría estar lejos de mi hermano.
Ambos miraron la escena que se realizaba frente a sus ojos. Pasaron unos largos minutos antes de que Mina volviera a hablar.
-Oye…hablando de tu hermano. Creo que él se veía muy apurado.
-¿Apurado?
Sin querer recordó como su hermano se había comunicado minutos después que había tomado su camioneta para conducir hasta lo de Alex.
Eso lo inquietó y prefirió llamarlo.
-¿Hallo? –contestó Bill
-Bill ¿Donde carajos estás?
-En los Angeles…….
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