¿Alguna vez en esta vida me pregunté por qué yo? Como siempre yo y mis cuestiones tan absurdas, pero realmente y normalmente todos los días me preguntaba eso. Recuerdo la primera vez que lo dije… la primera vez que mis padres se separaron. Fue duro, pero con el apoyo de mi madre logré superarlo.
La segunda vez que lo dije….está vez no lo recuerdo pero sí recuerdo haberlo dicho muchas veces el día que conocí a mi único chico del que siempre estuve y estaré enamorada, Bill Kaulitz.
Dejando mis pensamientos a un lado, hoy es un gran día y uno en especial. Hoy es el día en que me harán una maravillosa propuesta.
Luego de atrapar a Lydia en el teléfono sin dejar de llorar fue como pude conseguir información extra.
-No es nada –recuerdo que respondió eso sin dejar de llorar y colgar el teléfono rápidamente.
-Sí, seguro –bufé mientras la miraba detenidamente- durante el poco tiempo que te conozco puedo jurar que algo no está bien.
-De hecho está de maravilla –gritó de alegría intentando limpiar algunas lagrimas que aun corrían por su mejilla.
-Explícate –exigí con un tono seguro de mí misma. Me sentí ya una madre. Simplemente divertido.
-Te harán una propuesta donde decidirás tu futuro. Esto también implica mucho a tu bebita. Es una decisión demasiado sencilla y sé que harás lo correcto.
Eso me hizo sentir algo triste y unas inmensas ganas de llorar. Supe enseguida que esto se trataba de algo más que solo una propuesta y significaba que me alojarían hacia otro lugar. En pocas palabras, me alejarían de mi pequeña y nueva amiga Lydia.
-Por eso llorabas –supuse con mi voz quebrada. Ya estaba al borde de las lágrimas. – porqué nos van a separar.
Ella asintió tratando de evitar las lágrimas que al fin y al cabo yo no pude aguantar tampoco así que corrí hacia ella abrazándola fuertemente.
-Sé que aceptaras esa propuesta. Mi misión contigo aquí ha terminado.
No me importaba al lugar donde me mandaran, en esos momentos eran lo de menos. Solo podía ver un futuro en que mi bebita y yo estábamos juntas. Aunque ahora me costaba quitar de mis planes a Lydia quien siempre estuvo conmigo en todo momento de mis cuatro meses y medio de embarazo. Fue una gran amiga mientras no tuve a mis otras amigas de Alemania o a mi madre. Ella lo fue y estaba tan agradecida con ella.
-Se nos va hacer tarde –dijo alegre aun con las lagrimas sobre su rostro.
Yo contuve el aliento antes de poder sonreírle y asentir con mi cabeza. Después de eso solo fue un borrón más a mi vida.
Todo había pasado tan rápido que apenas pude mirarlo con detenimiento.
En mi mente ya estaba todo claro. Me mudaría de aquí.
Aproveché mirar las calles de la hermosísima ciudad mientras viajábamos en el auto para ir directo al trabajo.
-Llegamos –anunció Lydia con una sonrisa tomándome de la mano fuertemente. Yo hice lo mismo
Bajamos del auto sin ningún problema aunque no podía evitar como mi corazón se aceleraba rápidamente y como en algún momento tenía el presentimiento de que caería pues mis piernas no paraban de temblarme.
Caminé despacio y con la frente en alto. Respiré hondo mientras la brisa del aire rociaba mi cabellera de una lado hacia otro.
Mi mano se colocó sobre la puerta donde justo arriba de este contenía un letrero que decía “Empuje” claro, estaba escrito en inglés y esa palabra podía entenderla a la perfección y así lo hice.
Pero algo extraño sucedió. Arriba de ese letrero se colocaba una rosa pegada con un pedazo de cinta. La tomé extrañada mientras la inspeccionaba cuidadosamente. Aquello sin querer, me hizo recordar a las rosas que Bill alguna vez me llevaba todas las mañanas al despertar.
“Que absurdo” pensé mientras la tomaba. Caminé ya un poco más segura sin dejar de saludas a los del trabajo. Aunque también no pude evitar todas las miradas que sentí en ese momento. Todos me sonreían, algunos me saludaban y eso no hacía algunos comúnmente y hasta otras suspiraban. ¡¡Extraño!!
Al subir al ascensor el reflejo que daba pude ver como mi barriga podía notarse ya con más claridad.
Las puertas se abrieron.
¡Es hora! Dije segura con los pies bien puestos sobre la tierra. Todo iba bien hasta que me encontré un pétalo en el suelo. La tomé y de nuevo la miré con cuidado. Qué clase de loco estaría regalando flores. Al enderezarme me di cuenta que no se trataba de un pétalo, se trataba de cientos de pétalos guiando un camino.
Y de nuevo las miradas sobre mí. ¿Qué estaba sucediendo?
Caminé tratando de ignorar a todas las miradas que apuntaban hacia a mí y caminé rápidamente. Era imposible evitar ver todas las rosas pegadas sobre los escritorios de los que trabajan como secretarias. Caminé más aprisa.
No fue hasta que di la vuelta para darme cuenta que el camino guiaba directamente a mi oficina. ¡Demonios! Lydia, quien estaba a mi lado no paraba de sonreír.
-Tú sabes algo – la estampé contra la pared antes de poder llegar a mi oficina- ¿De que trata todo esto? ¿Es una broma, acaso tratas de burlarte de mí? –pregunté furiosa al ver la cara de amiga. Feliz.
Aunque esperé respuesta de ella, solo pudo negar con su cabeza y entonces suspire.
Podía esperarme a cualquier persona hacer esto menos a …..
-¡¡¡¡Bill!!! –me espanté y creí que me desmayaría o peor aún, un infarto.
Estaba imaginando, de seguro que sí. Me pellizqué pero nada de eso lograba despertarme.
-Los dejaré solos un momento –dijo Lydia cerrando la puerta de mi oficina.
Lamentablemente solo ahí pude darme cuenta de que no se trataba de un sueño, si fuera así Lydia no podía haber visto tal espejismo.
Me quedé en mute mientras esperaba alguna respuesta. Solo deseaba una pregunta de muchas otras no tan importantes ¿Qué estaba haciendo él aquí?
Lo esperé durante largos minutos. No podía ver su rostro, me estaba dando justo la espalda, pero pude notarlo que era él por su cabellera. Eso jamás me falló. Mientras lo esperaba intenté poner mis manos sobre mi barriga aunque de todos modos era muy visible.
La frente me sudo al igual que todo mi cuerpo. Mis piernas al final de cuentas no las sentía.
-¡Neily! –al decir mi nombre sentí un gran escalofrió. ¿Por cuánto tiempo no lo había visto?
Él se giró lentamente. En sus manos cargaba con un ramo enorme de flores.
Verlo de nuevo me pareció como un sueño. Un sueño como muchos que había tenido. Que venía por mi y me rescataba.
Al principio creí que sus ojos me miraban a los mios, pero pude darme cuenta que miraba mis manos que trataban de ocultar a nuestra pequeña bebe.
Bill vestía tan bien como siempre. Con aquellos pantalones apretado y blusas pegadas a su abdomen. Con su mohicana peinada hacia atrás y con su rostro bien maquillado.
-¿Porqué no me lo dijiste?
-Decirte que -mis palabras sonaban todavía impresionada. Me he era muy difícil creer que Bill estuviera aquí.
-Que estabas embarazada.
¡Lo sabe! Pensé espantada. Mi corazón estaba a punto de salirse, eso era seguro.
-Tú te fuiste –me excusé titubeando.
-Esa no excusa para que me lo ocultaras –lucia algo molesto.
-Como sea tú me abandonaste….
Bill caminó tranquilamente hacia a mí y sin desearlo me hice para atrás. Como si quisiera evitar un enfrentamiento.
-Lo lamento…
Sus ojos de nuevo se clavaron en los míos y me dio la impresión de que lloraría. Yo me contuve.
-Estos cuatro meses sin ti –continuó ahora desecho- han sido lo peor de toda mi vida. Me haces tanta falta. Sé que hice mal en dejarte, pero lo hice pensando solo en ti…porque yo aun te amo.
Yo también, quise responderle enseguida pero de nuevo me contuve.
-¿Cómo te enteraste? –le pregunté mientras yo misma suponía la respuesta. Su hermano Tom se lo dijo.
-Leí tu email.
-Se lo mandé a Tom…
-Sí pero no pude evitar leerlo, además de que sucedieron cosas tan extrañas ese día que creí que habían sido por aquella carta que tú enviaste.
El silenció abundó enseguida apropiándose de mi gran momento. Me sentí una niña confesando mis sentimientos por algo o por alguien.
Lentamente quité de mi abdomen mis manos. Bill pudo mirarme con detenimiento.
-Luces hermosa –dijo sin dejar de mirar mi abdomen. - ¿Puedo? –Bill pidió permiso para tocar mi abdomen por lo que accedí sin ningún problema.
Al sentir su tacto sobre mi piel hizo que me causara otro gran escalofrió y un mareo terrible. Bill logró ver eso.
-¿Te sientes bien? Me agarró fuertemente de mi espalda para no caer al suelo y solo así pude darme cuenta de lo hermoso que eran sus ojos.
Nuestros rostros estaban tan cercas que no pudimos evitar acercarnos más hasta que sentí de nuevo sus labios sobre los míos.
Lo abracé fuertemente temiendo perderlo de nuevo.
Ese beso marcó algo que jamás pensé notarlo. Volví a sentir aquella paz que antes no creí haberla tenido. Una alegría que jamás pensé en volver a tenerla.
-Te amo y siempre te amé –dijo sin dejar de mirar mis ojos.
Yo lo miré cuidadosamente como si quisiera ver algo a través de sus ojos.
-Yo también –tragué saliva y le dediqué una débil sonrisa.
-Si tú me lo permites –Bill vaciló un poco y después él me dedicó una de sus hermosas sonrisas. –Quiero llevarte lejos de aquí al lugar donde nunca debiste haberte alejado.
Eso me pareció tan maravillo y grandioso. Irme con él hacia Alemania. En mis sueños más locos también había vivido aquella historia que ahora se estaba volviendo realidad. No deseaba separarme de él porque yo tampoco lo soportaría.
Gracias a eso pude darme cuenta de todo lo que Lydia me había dicho está mañana. Te harán una gran oferta donde afectará tu futuro y el de tu bebita.
Cuánta razón tenía Lydia en eso. Ahora más que nada le debía las gracias. Ya que ella debió ser la gran culpable por brindarle tanta información a Bill.
-¿Qué hay de mi trabajo? –comenté aun emocionada por saber que de todos modos lo abandonaría por irme con él.
-Ya está todo arreglado, solo es cuestión de que digas que te vas a ir conmigo. O de modo contrario…
Lo interrumpí besándolo de nuevo. Supongo que eso lo había tomado como un “si me quiero ir contigo” y si no de todos modos se lo dije.
-¡Vámonos! –le pedí sin dejar de estar sonrojada, que mis piernas me temblaran, que mi corazón latiera rápidamente y que mi cuerpo no lo sintiera.
Y así fue. Nos fuimos hasta Alemania. Tomamos el primer vuelo que nos enviara de vuelta a casa. Me despedí de mi gran amiga llorando todo el largo camino en lo que llegábamos al aeropuerto.
Era así como una pequeña vida comenzaba. Justo cuando creí que terminaría, una sorpresa llegó a mí. Mi Amor inesperado.
Ahora el único problema será cuando todos se enteren de mi embarazo con Bill. No iba hacer fácil, pero al lado de Bill ¿Qué podría pasar? ……..no…la pregunta correcta será ¿Qué No podría pasar? Eso no sonaba mejor, pero era lo mejor que podía describir mi vida al lado de un cantante famoso.
Que mas da…..mi vida comienza.
Sabias que??? (*2) CAPITULO NUNCA ANTES VISTO
-
Bueno me gustaría poder redactar como hubiera sido el final de la historia
que apareció en mi cabeza desde un principio. Y antes de que puedan
preguntarse ...
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