Cuarta Temporada

Para entender esta historia! deberas leer la Primera (living without limits 1) y segunda (living without limits 2) temporadas!!
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Cap 8

A pesar de todo el odio de esa chica, nada le impedía continuar con aquella pesadilla. Fingió sentirse cómodo en su carcacha cuando en realidad solo sentía nauseas.
Alex procuraba tener la vista al frente, había encendido el estéreo dejándola en una música tranquila y relajante. “¡Que rayos! ¿A eso le llaman música?” pensó Tom mientras golpeteaba al sonoro de la batería de la música de su imaginación. En su mente escuchaba e imagina a Gustav estar tocando la de Automatic.

-¿Es necesario? –le dijo Alex a Tom interfiriendo en la “batería” de Tom. Había colmado su paciencia-.

Tom frunció sus ojos en forma de disgusto y se cruzó de brazos evitando su mirada. Eso repugnó más el día de Tom. Por lo que intentó matar el tiempo mandando un mensaje a Bill que decía: “No llagaré como esperaba, si no llego antes de la anochecer llama a la policía…. no!!! es broma, pero preocúpate si no llego a esa hora.

El camino fue un poco largo, pero eso no fue estresante para Tom, si no todo lo contrario, había relajado todos sus músculos y se sentía un poco mejor.
Alex detuvo el auto y se quedó quieta. Quitó las llaves lentamente aun pérdida en su pensamiento. Miró a Tom con el rostro sufrido y se dejo llevar por la ansiedad que la embargaba.

-Quiero que tomes esto en serio –le pidió con un tono tranquilo- esto no es un juego, si no toleras esto puedes irte, no le diré nada a nadie acerca de esto.

¿Era una señal? ¿Acaso el problema estaba resuelto y ahora podía irse a casa? Tom pudo sentir como se quitaba un peso de encima. Sin duda alguna le estaba dejando el camino libre, listo para retirarse del lugar.

Alex bajó del carro sin dejar de mirar a Tom. Rodeó el carro y se dirigió a un lugar extraño para él. Era una casa extremadamente grande aunque muy decaída, parecía que tenía años de antigüedad y que estaba por derrumbarse. Contenía muchas ventanas, algunas incompletas y otras rotas. La puerta era extremadamente grande y angosta.

Tom se quedó quieto, mirándola, le inquietaba saber qué es lo que haría o que estaría haciendo en ese lugar. Alex lo sorprendió cuando lo miraba por lo que Tom fingió que no la miraba. Bajó del carro y se acercó a ella al no haber respuesta cuando ella tocaba la puerta enorme de madera.

-¿Qué haces? –Preguntó directamente Tom-.

-Es mi tercer hogar –respondió con una leve sonrisa mientras se sonrojaba. No la comprendió.

Antes que de que pudiera explicarle Alex, le habían abierto las puertas. Era una mujer ya un poco adulta, vestía toda de blanco –percatándose de que Alex vestía de la misma forma- se alegró y la dejó pasar felizmente.

Tom retrocedió por el miedo que aun le invadía. Sus manos automáticamente se escondieron bajo sus bolsillos y con una simple sonrisa intentó despedirse de ella.
Alex no pudo evitarlo y se giró antes de cerrar aquella puerta.

-En la vida –comentó Alex a Tom- tenemos que hacernos los fuertes de vez en cuando ¿No crees? –le guiñó un ojo y cerró a la puerta.

Sin duda alguna Tom estaba siendo un completo cobarde. Aquella chica la estaba dando un mejor ejemplo que él mismo.

“Que haces Tom” pensaba “debes entrar y hacerte el fuerte…no por supuesto que no entraré, ella no teme a que me suceda algo….¿será tan grave entrar?
Sus dudas aun albergan en su mente. Temía por lo que pasaría ahí dentro. Hizo una mueca al no decidirse por completo.
Detestaba que algo dentro de él lo impulsara “de nuevo” hacerlo. Una parte deseaba refugiarse en su hogar y no saber de nada ni de nadie por culpa de los medios, más sin embargo existía otra parte que deseaba saber que era lo que pasaría al cruzar por aquella puerta.

“Maldita sea Tom” se dijo a sí mismo, tomando el valor y el coraje suficiente, tomó aire armándose de valor para volver a tocar esa puerta que de pronto lo pareció tenebrosa. Se arrepintió.

-Yo sabía que llegarías –Abrió la mujer de golpe antes de poder escapar. La detestó- Alex estaba segura de que no vendrías pero he ganado una apuesta.

Lo tomó del brazo sin que pudiera responder Tom. Lo adentró a algo diferente a lo que esperaba. Solo había un metro de ancho donde solo cabían dos personas. Era un estrecho largo como si fuese un túnel. Tom siguió a la mujer sin estar muy convencido de que fuera algo bueno su decisión que había tomado.
Todo era silencio y había desaparecido la luz al cerrarse la puerta. Cada paso que daban podía escucharse alrededor de ese pasillo largo.

No parecía tener fin aquel camino y por un segundo estuvo a punto de regresar, pero no lo hizo al ver frente sus ojos, como poco a poco iba creciendo una imagen mucho más clara. Quien imaginaria que eso se convirtiera en un….hospital.

-¿Qué es todo esto, acaso está prohibido? –preguntó por la forma en la que entraron. Era extraño haber entrado de esa manera.

-Por supuesto que no –dijo soltando una carcajada- simplemente a Alex le gusta entrar por este lado, entramos por la puerta trasera de este hospital.

Eso sin duda alguna aclaraba sus dudas. No por completas pero se sintió más seguro al saber que no había entrado en un lugar que fuera peligroso. La mujer de blanco siguió de nuevo la caminata y Tom la siguió sin tener otra opción.

Doctores, enfermeras, timbrados de teléfonos, sonidos de ambulancia, personas murmurar era lo que Tom podía escuchar. Recordó aquella vez que vio a Neily en esa cama, simplemente aterrador.

La enfermera se detuvo detrás de una puerta mirando con una sonrisa a través de una pequeña ventana. La mujer miró a Tom, abrió la puerta sin quitar su enorme sonrisa y lo invitó a pasar.

Lo primero que vio fue a Alex sentada en el suelo acompañada de niños quienes reían divertidos. Tragó saliva al intentar entender que era lo que en realidad pasaba. Todo esto era nuevo para él y le atemorizaba un poco pero continuaba fingiendo estar bien.

Analizó el cuarto con detenimiento. Habían tantas camas como eran posibles. Cada cama con sus aparatos y pudo percibir que se trataba de niños enfermos.
Alex lo miró enojada, no pretendía tenerlo de visita ni mucho menos tener que soportarlo.

La mirada de Alex lo hizo sentir incomodo, como cuando alguien se siente menos preciado. Aun, a pesar de las miradas sonrientes de los pequeños niños, él se acercó con cierta timidez.

-¡Niños! –Exclamó Alex queriendo volver a llamar la atención de los niños quienes no paraban de mirar a Tom- es hora de otro juego –anunció felizmente.

-Maestra –llamó un pequeño niño levantando la mano, quien no se diferenciaba a los demás. Sin cabello alguno, delgados, ojos pagados, labios secos- yo lo conozco –admitió apuntando con el dedo hacia Tom sin dejar de reír- es el novio de mi hermana.

Todos soltaron la risa. Ni siquiera Tom podía entender como aquello les causaba tanta risa.
Se limitó solo a sonreír y a seguir su juego. Aun se sentía “no invitado”.
Todo esto le parecía más que tonto y estúpido. Se burlaba de las palabras con las que Alex se dirigía los niños.
Lamentablemente no podía irse de aquel lugar ahora tan fácilmente, pues no habría quien lo llevara de vuelta a su casa, ya que su camioneta, estaba justo en la casa de Mina. Y por supuesto nadie daría a este lugar si tuviera la opción de que alguien lo recogiera.

Se resignó un poco disgustado. Suspiró y se sentó en una de las camas que se hallaba justo detrás de él.
Pasaron los minutos y todo le pareció más lento de lo normal. Ya habían recorrido sus ojos muchas veces el cuarto enorme donde dormían los pequeños, pero, aunque odió admitirlo, Alex era una experta contando cuentos con los chicos. Fingía no estar interesado en la lectura, cuando en realidad, deseaba estar sentado junto a los niños.


Volvió a tomar aire como si aquello no fuera la primera vez que cometiera el error de dejarse llevar por ese “nuevo” impulso y se acercó hacia Alex pensando en que tal vez pudiera ayudarla en algo para no sentirse tan mal y eso la alegrara un poco.

-Juguemos maestra – le pidió una niña con una pijama de vestido rosa con una hermosa sonrisa sobre su rostro, a Tom le gustó aquella pequeña niña, por lo que le puso toda su atención –me gusta jugar el rey dice.

-Me parece buena idea –dijo Tom fingiendo estar emocionado. Alex lo miró confundida- ¿Que esperamos? -Les preguntó Tom-.

Todos los niños se pusieron de pie inmediatamente y se levantaron como si fuese sargentos. Bien parado y derechitos a pesar de que no paraban de reír. Alex se levantó lentamente sin entender muy bien lo que Tom tramaba.

-El rey dice –comenzó Tom en el juego. Sus ojos rastrearon las miradas de aquellos chicos que esperaban ansiosos por la primera señal- el rey dice que todos brinquen sobre su cama.

No hubo niño alguno que no fuera corriendo a su cama para saltar sobre ella. Incluso pudo darse cuenta que algunos no podían ni siquiera ponerse de pie. Solo veían sobre su cama con algunos aparatos sobre su cuerpo como otros niños se divertían.

-El rey dice que nadie se mueva.

Las risas no paraban y aunque le pareciera increíble a Tom también le divertía. El juego continuaba y Alex le pareció un poco más extraño. Se cruzaba de brazos sin quitarle la mirada a Tom. El rencor que sentía hacia él ahora sentía que solo había desaparecido un poco.

No podía aceptar el hecho de que Tom pudiese cambiar de una forma extraña y tan rápida. Simplemente le costaba trabajo aceptarlo, odiaba equivocarse. Se enfureció e interrumpió a Tom interponiéndose ante él. Alzó leves manos para llamar la atención de los niños y gritó fuertemente “El rey dice que todos duerman en sus camas”

Sin notar algún cambio, los niños pasaron corriendo a sus camas mientras fingían estar dormidos sin dejar de sonar aquellas risitas. Ellos simplemente sonreían.

Alex le dolía el hecho de que Tom pudiera estar fingiendo ser una buena persona frente a ella, solo para tener relaciones. Eso le repugnó y la llenó de odio hacia él. Quería darle una buena bofetada, pero se tranquilizó y dio unos leves pasos hacia adelante para captar más la atención de los niños.

-Me tengo que ir chicos –dijo tratando de fingir que se sentía feliz- prometo verlos la próxima semana.

Seguido de esto, justo cuando Alex ya caminaba a la puerta de salida, casi trotando, apareció la misma mujer de blanco, donde ahora pudo estar más seguro de que se trataba de una enfermera.

Alex, con el mal humor y los pensamientos negativos, siguió caminando. Daba zancadas sin poderse detener. No podía pensar en otra cosa, más que en el Tom mentiroso e hipócrita persona que era.

Tom, sin entender muy bien la situación, la siguió sin convencerse mucho. A pesar del mal trato hacia él, aun sentía un impulso que no podía controlar. Inclusive, fue necesario correr para no perderla de vista. Si la perdía de vista, estaría totalmente solo en este lugar, pues no sabía dónde se encontraba.

Corrió deprisa, se detuvo en la puerta donde no pareció moverse la enfermera y buscó con su mirada, alguna señal de ella. Al verla recorrer el pasillo la siguió rápidamente. La gente fue un estorbo y casi sentía que la perdería de vista.

Algo inesperado había ocurrido. Había entrado a otra clase de puerta sin mirar a otro lado. Tom no pudo contenerse y la siguió lleno de curiosidad. Pero antes de poder echar un vistazo, una suave mano lo detuvo.

-Este lugar aun no es apto para ti –dijo la enfermera quien no paraba de molestar a Tom- este es un lugar muy especial para ella y te pido que la respetes.

Tom no respondió nada. Se resignó a dejarla ir y a esperarla durante el tiempo que fuera. Optó por esperarla. Ni siquiera eso lo hacía sentir mejor, ya que era vigilado por una enfermera, quien no le quitaba la mirada de encima. Esperó en la sala de espera, donde pudo pensar en las cosas que ahorita pudiesen estar sucediendo. Bill estaría más furioso, y más al darse cuenta de que su celular lo había olvidado en su camioneta.

Su inquietud de saber que era lo que ocurría a través de esa habitación lo llegó a entrar a una curiosidad mayor. Más de una vez pensó en entrar desprevenida en un momento en que la enfermera lo perdiera de vista. Pero las últimas palabras de la enfermera lo hicieron callar y resignarse a esperar. Quería estar ya en casa.

En un momento desprevenido. Una mirada rápida con la enfermera, le indicaron que ella había salido. Saltó de aquel sillón donde ya le estaba cansando y salió en dirección hacia la puerta. Quiso descifrar en la mirada de Alex por lo que estaba pensando. Tenía la mirada triste, seria y no hizo seña alguna para que Tom se volviese a sentir mal.

Alex lo miró con recelo y justo antes de decir una palabra a Tom, se detuvo bruscamente. Sus ojos se abrieron de par en par y tomó a Tom del brazo. Se sintió confundido, pero fue entonces cuando volteo hacia atrás y todas sus dudas se aclararon. Los medios de comunicación no paraban de lanzar flashes, haciendo todo lo posible por una foto. Una foto en la cual Tom pudiera aparecer en ella y destruir más de su vida.

-Sígueme –mandó Alex a Tom a quien no paraba de trotar buscando una salida. Se sentía presionado y de nuevo imaginó otra frase estúpida en los periódicos- no tenemos mucho tiempo –continuó Alex mientras trotaba por un laberinto de puertas y pasillos.

Avanzaron a paso rápido. Sin detenerse a tomar el aliento se subieron al carro sencillamente gracias a una salida que Alex conocía tan bien. Ahora, la reputación de Tom y los problemas con Bill empeorarían más de lo que ya estaba.

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