Cuarta Temporada

Para entender esta historia! deberas leer la Primera (living without limits 1) y segunda (living without limits 2) temporadas!!
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Cap 22

La mañana había comenzado demasiado bien para demostrarle a Alex algo “similar” a su vida. Aunque sabía apenas duras de que su vida era mucho más dura y algo fastidiosa cuando se trataba de los paparazzi… al grado de no tener una vida normal. Aunque sabía que Alex ya lo estaba asimilando cuando las fotos se aparecieron por toda la internet. De algún modo toda Alemania ya se había enterado de otra mujer en los brazos de él. Tampoco tardarían tanto en saber que esto iba hacer totalmente oficial.
Tom rió por lo bajo al recordar la escena del beso y lo que estaba sintiendo por aquella chica. Mandó todo al demonio y dejó guiarse por donde lo llevaba esto del amor. No pensaba y trataba de evitar lo más que podía en el compromiso. Eso era lo más lo aterraba.
Pero al final de cuentas, Tom estaba seguro de que podía mostrarle el otro lado de la vida de él. Una cena con los chicos y su madre presente para dar a entender que esto no era un juego. Hablaba en serio y más tratándose de una chica como ella, de una chica como Alex.
“Alex” resonó como un eco dentro de su mente mientras un sombrío escalofrió recorría parte de su cuerpo hasta detenerse en su estomago. Eso de mariposas en el estomago le parecía más que tonto, pero no dejaba sentir ñañaras como antes de comenzar un concierto. Intentó no darle prioridad a lo que se avecinaba.
Solo se concentró en que George y Gustav vendrían después de varios largos días sin verse y que su madre prepararía lo mejor para esta noche.
También intentaba recordar un restaurante para llevarla a desayunar esta mañana para que el día le pareciera perfecto, aunque eso significara que tendría que cambiar un poco “lo que era estar un día con él”.
Se miró al espejo cerciorándose de que no habría chico más guapo que él. Sonrío de oreja a oreja por su pésimo chiste y echó a andar camino a las escaleras.
No pudo echar un vistazo a la habitación de su hermano. Bill había llegado muy tarde anoche, pero luego le preguntaría “En que rayos estabas pensando”.
Tropezó con su madre quien acomodaba con la mirada perdida el florero que se hallaba en medio de la mesa principal.
Se preguntó ¿En qué estaría pensando también ella?
-¿Ya te dije que vendría una chica a la casa? –dijo a modo de que su madre no intentara pensar en lo que le causaba tanta melancolía.
Su madre giró su rostro hacia él en modo sorprendida regalándole una sonrisa. Después de eso suspiró.
-Lo sé-.
Casi estaba a punto de preguntarle qué era lo que le estaba ocurriendo, pero era tarde y tendría que recoger a Alex.
-Nos vemos está noche –se despidió Tom antes de echar a correr a su auto deportivo.
Era un fastidio no haber pedido su número telefónico para poder mandar uno que otro mensajito. A pesar de todo se mostraba algo feliz. Y más al no tener que lidiar con las actividades que Alex le hubiera preparado. Aunque también era una lástima que Alex no pudiera continuar con sus actividades recientes por culpa de él.
-No te preocupes –respondió Alex después de que Tom no se pudiera resistir a sentirse culpable- Los viernes son los días en que descanso, pero yo lo veo más como un castigo –rió ante su conclusión- prefiero estar ayudando a hacer cualquier cosa a estar encerrada en mi casa. Me alegra que hayas venido –sonrió de oreja a oreja mirando a Tom.
-¡Uff! Me alegro –suspiró Tom para sí mismo- entonces todos los días te la pasas haciendo esas actividad. Pensé que lo hacías por mí. Provocarme actividades que me hicieran sufrir.
-No –soltó una carcajada- suelo hacer esto porque me gusta. El martes fue el día en que comienza mi semana de “actividades” –hizo un gesto enarcando ambas cejas, lo cual Tom no pudo evitar sonreír- Martes, es el día en que visito a los enfermos, miércoles reparto comida a los desamparados, jueves ayudó a los ancianos.
-¿Y los viernes, sábados, domingos y lunes donde te la pasas?
-Con mi nana –respondió como si estuviera avergonzada. Tom supuso que se refería por la palabra “nana” lo que la avergonzaba.
-Ayer no me dijiste quien era ella.
-Es mi abuela –hizo una pausa como si la estuviera recordándola- ella siempre nos ha cuidado- sonrió de nuevo.
-¡Vaya! –exclamó Tom sin dejar de mirar al frente hacia la autopista. Aun intentaba pensar en un restaurante que fuera lo suficientemente bueno.
-Entonces significa que no haces nada más que eso –dio su conclusión Tom- en pocas palabras eres una floja.
-Calla –intervino Alex con una sonrisa en los labios- solo digo que me gusta ayudar y no le veo nada malo. Y en lo que a mí concierne, solo veo que estamos dando vueltas –señaló soltando una risita.
-Intentó darte un paseo –mintió- apoco no te alegra estar con alguien tan guapo como yo y más teniendo un carro deportivo.
Alex solo asentía felizmente sin creerle ni una pizca a Tom e intentado seguir su juego.
-Enseguida les traeré su pedido –anunció cordialmente su mesero después que los dos pidieran lo del menú de hoy.
Tom no paraba de mirarla. Sabía que esto se estaba haciendo una costumbre pero no le afectaba en lo absoluto. Había cosas que eran las favoritas de Tom como; Cada vez que ella recogía su cabello una y otra vez y lo enrollaba hasta dejarlo caer sobre su hombro derecho con una pose tentadora, el que se mordiera el labio superior cada vez que Tom la miraba y se sonrojaba. Y a penas llevaban unos días de haberla conocido.
-No me mires tanto –se volvió a sonrojar- No me gusta.
-Debo tener tu numero enseguida –sonrió Tom de oreja a oreja mientras sacaba su teléfono celular.
Intercambiaron números de manera rápida para que en tan solo unos segundos después su desayuno estuviera servido.
No pudo volver evitar a mirarla de nuevo. Aunque esta vez algo le llamó la atención. Ella miraba a su alrededor antes de morderle a su sándwich de mega queso.
-¿Qué ocurre? –preguntó Tom dándole un buen bocado a su sándwich similar al de Alex.
Ella negó con su cabeza sintiéndose incomoda. Vaciló un par de veces y de pronto se lo pensó. Tom se limitó a mirarla para una explicación.
-Está bien –se rindió- es solo que creo que ya sé lo que se siente un día contigo –soltó un bufido.
-¿De qué hablas? –quiso una explicación-.
-Me refiero a que supongo que todo el tiempo estamos siendo vigilados por personas con cámaras fotográficas y esas cosas…
-Aun puedes arrepentirte por estar conmigo –aclaró al respecto sin dejar de sonreír. Luego su mirada se volvió seria- creo que debí advertírtelo.
-No te preocupes –respondió- ayer no pude evitar leer lo que decían de mí.
-Solo ignora cómo hacemos Bill y yo.
-Lo sé –se resignó a mirar su platillo. Realmente se sentía humillada.
-Nada de lo que digan es cierto –aclaró Tom sin dejar de sonreír y varias veces negó con su cabeza de un lado a otra como si le hubieran contado un chiste pésimo- pero algo sí es seguro y no tardaran mucho en que las fans se den cuenta en que yo ya encontré alguien con quien prefiero estar a su lado por un tiempo –bromeo-.
-¿Por un tiempo? –sonrió sabiendo que se trataba de una broma.
Intercambiaron una larga mirada. Alex había recuperado la misma mirada agresiva sin quitarle aquella sonrisa tentadora y esos ojos que parecían seducirlo todo el tiempo.

*****

“Maldita sea” Gritaba Sarah empujando todo a su paso. Un par de zapatos fueron lanzados con furia hasta estamparse a la pared dejando un pequeño hoyo de un centímetro aproximadamente. Se enojó más.
La desesperación que ahora despertaba en ella le hacía sentir una impotencia. Impotencia por que no podía hacer nada al respecto. Odiaba tener que discutir una y otra vez con Alex pero no parecía entender. ¿Cómo poder detener algo del cual ahora se ve que está demasiado enamorada? ¿Cómo poder evitar el futuro sentimiento que se aproximaba hacia su hermana? “Diablos” volvió a maldecir.
Sarah había experimentado algo así en su vida a la misma edad que Alex. No quería volver a recordar el dolor por medio de su hermana. Además de que debió pasar mucho tiempo para superarlo.
Recordarlo era como si un agujero enorme traspasara por todo tu pecho. Como si te pusieran una venda en los ojos y no puedas distinguir entre el bien y el mal.
De algún modo tendría que recurrir a un tipo de plan, algo que la hiciera quitar esa venda en los ojos.
-Jamás debí que Tom y Alex se conocieran. Jamás debí llevarla ese día de su cumpleaños contra su voluntad –se quejó casi gritando a pesar de que no había nadie.
Ahora no podía penar en el “hubiera” aunque lo habría deseado mil veces. Recorrer el maldito pasado y no tener que lidiar con estos problemas ahora.
-¿Qué haré?- Se preguntó intentando sostener los zapatos del suelo. Los tomó con sumo cuidado para dejarlos en su armario.
Se sentó sobre el suelo que se hallaba demasiado frio y por supuesto demasiado incomodo para pensar en un plan maravilloso.
El silencio fue lo primero que abundó en la mente de Sarah, así que se dejó llevar por ese silencio. Cerró sus ojos con fuerza para después escuchar un sordo ruido de una camioneta. Abrió los ojos con rapidez para dirigirse hacia la ventana. Era Mina intentado encender su camioneta, algo que no lograba.
Sarah no podía creerlo. Ella era la única capaz de ayudarla a su “gran problema”. Ahí estaban todos sus problemas resueltos. Nadie conocía tan bien –aparte de su hermano Bill- a Tom como ella. Su mejor amiga, quien salía de fiestas cada vez que podían o que su cuerpo se los ordenara.
Una conversación sencilla con ella haría que Tom no siguiera con los planes que quizá pudieran ocasionarle a su hermana.
-Mina –gritó Sarah desde la ventana. Mina volteó extrañamente sin dejar de intentar arrancar su camioneta- necesito hablar contigo, espera unos segundos.
Bajó rápidamente para dirigirse con ella. Parecía como una pequeña ilusión de que sus problemas se resolvieran tan pronto como llegaron. Estaba maravillada.

-¡Qué bueno que te encuentro! –exclamó Sarah una vez que estaba cerca de Mina. Ella solo la miraba confundida dentro de la camioneta. La miró con cara de pocos amigos. –Necesito hablar contigo –habló sin rodeos- quiero que me ayudes a detener a Tom. Tu lo conoces mejor que nadie y sé que sabes de lo que es capaz con una chica. No quiero que hiera a mi hermana.
-Tu … -pensó las palabras correctas concierta confusión en su rostro- tú-estás-loca. –negó con su cabeza e intentó volver encender su camioneta.
-¡Vamos! –le insistió de nuevo con tanta impaciencia que casi pareció que iba apretar la puerta de la camioneta- eres la única que puede ayudarme.
Mina suspiró cerrando sus ojos con impaciencia. Apretó sus labios y se decidió a bajar de su camioneta.
-¿Qué quieres Sarah? – se cruzó de brazos un tanto molesta- ¿Que le diga a Tom que la dejé? –vaciló un poco y luego soltó una carcajada- deja de preocuparte por ellos, me parece que ya están bastante grandecitos como para que sepan que es lo que está bien o no. ¿No crees?
-Sé que Tom la va herir
-Y a ti qué. Sé que la quieres pero es demasiado lista para que Tom la engañe de esa manera.
-No quiero que sufra –se excusó Sarah quien ahora parecía que los papeles se habían dado un giro inesperado.. Ahora ella estaba molesta.
-Que patético –soltó Mina poniendo los ojos en blanco- ahora resulta que te importa tu hermana.
No podía creerlo. Sus planes se habían destruido por completo. Ya podía ver como aquella ilusión llena de felicidad que había sentido hace algunos minutos ahora se transformaba en algo oscuro y tenebroso. Todo se derrumbó. Era lógico que Mina se pusiera de su lado, era su amigo. ¿Pero por qué lo defiende tanto a pesar de que Tom cometiera una crueldad contra alguien? A menos que ella….estuviera con Tom tramando un plan juntos para destruir sentimientos. Sarah se horrorizó enseguida.
-Eres una maldita –ahogó un gritó mientras se retiraba de ella.
Mina volvió a poner los ojos en blanco y se dirigió de nuevo a su camioneta para intentar encenderla. Funcionó.
-Mira … -se dirigió a Sarah quien tenía los ojos como platos sin dejar de mirarla- habla con tu hermana dile lo que sientes y si tampoco te convences, entonces solo te queda la única opción de hablar con Tom.
-Como si le creyera –logro decir entre dientes.
-Pues es tu hermana, ella ya tiene edad para cometer sus propios errores….
-No si yo lo permito –gruñó Sarah con las manos hechos puños a sus costados.
Mina le regaló una sonrisa para volver a suspirar negando con su cabeza de forma divertida. “Hasta luego” se despidió levantando su mano agitando los dedos. Sarah gruñó con fuerza sin quitarle la mirada de encima. Después solo pudo detenerse a mirar como su única esperanza se marchaba lejos.

*****

A pesar de lo nerviosa que Alex se sentía por conocer a la gente con la que estaba familiarizada Tom no pudo esconder la curiosidad que albergaba en ella. Habían pasado la tarde hablando sobre ellos pero Tom estaba seguro de que había algo tras de Alex que no dejaba traslucir. No quiso darle muchas vueltas pues se había acercado el momento que Tom había esperado durante todo el día.
Tom le apretó la mano en señal de confianza y seguridad. Ella sonrió y suspiró entrecortadamente. Podía verse con facilidad lo nerviosa que estaba. Él le abrió la puerta para que juntos se dirigieran por primera vez a la casa.
Para Tom esto significaba tantas cosas. Una de ella era que la relación iba muy en serio. La segunda era que ella podría tomar un poco de la vida de Tom. Rodeada de la gente que más amaba. Él suspiró alegremente mientras juntos –tomados de la mano- se dirigían a entrar por la puerta principal. Tom estaba demasiado contento para dejar de ocultar aquella sonrisa. A ella no le importo en lo absoluto.
Al abrir esa puerta pudo reconocer los primeros rostros que se hallaban junto a la sala. Bill estaba sentado platicando alegremente – que por cierto se alivió no tener que lidiar con el lado gruñón de Bill- enseguida miró los otros dos rostros demasiado familiarizados como para olvidar esas caras. Gustav y George se hallaban al otro lado del sillón. Fue irónico que todos voltearan curiosos por conocer a esa chica nueva de la que la madre de Tom les había hecho favor de comunicarles. Fue extraño, pero continuó caminando de la mano junto a Alex quien le temblaba la mano y no paraba de sonreír tímidamente. Tom se rió por lo bajo para que ella no lo descubriera.
-¡Vaya! –Exclamó George una vez que estaba en frente de ellos- demasiado bonita como para que esté contigo. Ella se sonrojó.
Al parecer George no venía solo. Estaba acompañado de una chica rubia y delgada. Tenía el cabello corto con algunos rizos y un partido que dividía la mitad de su cabello. ¿Cuándo George había vuelto a tener novia? Se preguntó Tom aun sin dejar de sonreír a la supuesta burla que su amigo le decía.
-No se diga lo mismo –soltó Tom con una carcajada acercándose a la chica con un apretón de manos.
-Ella es Samantha –los presentó George a ambos. Tom hizo lo mismo.
-Mucho gusto –saludó ella con gesto amable. Su actitud a primera vista pareció muy tímida
Atrás de la pareja se encontraba Gustav, serio como siempre. Los presentó sin ningún problema y por fin pudieron avanzar unos cuantos pasos más hacia la sala. Pero no pudo concentrarse en otra cosa más hasta que vio el rostro de Lizzi al otro lado del sillón. ¿Qué hacia ella aquí? Estaba en demasiados problemas.
Agradeció infinitamente que ella evitara su mirada. Así no podía haber visto el rostro horrorizado por parte de él. Tragó saliva antes de pensarlo dos veces y retirarse del lugar junto con Alex.
¿Cuántas habían sido las veces en las que Lizzi me rogó? Se preguntó Tom sin dejar de mirar los otros rostros que se hallaban a su lado. Mina estaba de forma divertida tomando una bebida. Supuso que contenía alcohol, hablaba alegremente con Aliz quien también lucia algo aburrida sin dejar de mirar de reojo a Bill casi confusa y la vez fingiendo escuchar a Mina ¿Se habrá dado cuenta que ni siquiera la escucha? Que importa, pensó Tom.
Él apretó la mano de Alex con fuerza, casi queriendo retenerla antes de cometer una estupidez. Alex lo miró con cierta confusión por aquel apretón.
Tom no podía pensar o siquiera imaginar que le presentaba a una chica a quien había herido y había prometido no hacerla sufrir. No lo cumplió. Ahora estaba temiendo a que ella lo echara en cara y así poder quitarse de encima a Alex. ¿Sería capaz? Pero aquí lo que más le molestaba era del “que hacía ella aquí” creí haberle dicho a su madre “solo a mis amigos……fuck”
Alex carraspeó su garganta que apenas fue audible para Tom. Alex le dirigió los ojos a las tres chicas que se hallaban frente a ellos sentadas en el sillón con ademan divertido. Quería que se las presentara. “Maldición” maldijo Tom para sus adentros.
-Me gustaría presentarle a… -su mente se le nubló… “ahora no Tom”- Alex –logró soltar Tom con mucha dificultad sin dejar de ocultar el miedo que sintió cuando Lizzi lo miró solo a él.
-Mucho gusto –saludó Mina parándose para estrecharle la mano. Alex puso los ojos en blanco.
-Un placer soy Aliz –saludó Aliz con la mirada puesta en ella con mucho interés.
Ahora continuaba lo peor. Lizzi.
-Ella es Alex –dijo Tom tratando de que la mirada Lizzi se encontrara con la de Alex, quien tenía la mano estirada para estrecharle su mano.
-Mucho gusto, me llamó Lizzi –saludó por fin sin dejar de fruncir sus ojos y dejando entre ver un rostro frio y ausente.
Jamás en toda su vida había pasado por una escena de horror. Casi pensó que toda la cena se le vendría abajo por ella. Pero no lo hizo o no todavía.
-La cena está lista –anunció la madre de Tom desde la cocina.
-Quiero que conozcas a mi mamá –le susurró Tom al oído de Alex con la esperanza de alejarse de la mirada fría de Lizzi.
Alex rió vagamente por la simple sensación de que Tom le susurrara al oído. Ella accedió con la felicidad sin borrar la sonrisa. Ambos se dirigieron hacia ella. Su madre pareció estar muy feliz.
-Me alegra que hayas podido darte un tiempo para conocer a esta pequeña familia –dijo su madre felizmente sosteniendo varias cazuelas al centro de la mesa principal.
Junto a él se encontraba su padrastro quien también le estaba ayudando a llevar una que otra cazuela.
-Vayan a sentarse antes de que la comida se enfrié –advirtió la madre de Tom. Alex simplemente asintió.
Todos tomaron su lugar sin dejar esos murmullos que parecían una familia demasiado grande. Algunas risillas por parte de Mina, murmullos entre Lizzi y Aliz y George y Samantha, las miradas serias de Gustav y las pequeñas discusiones entre el padrastro y su madre.
Alex miraba atenta cada pequeño detalle de la numerosa familia en la que se encontraba hasta que de pronto bajó la vista rápidamente como si alguien la hubiera atrapado con las manos en la masa. Él se sentó junto con ella y comenzó a jugar con sus manos debajo de la mesa. Ella parecía estar tomándolo todo con calma. No había hablado mucho pero sus reacciones de su rostro decían más que mil palabras. Ni siquiera pude darme cuenta de que Bill se encontraba ahí parado sin decir nada…solo mirándola fijamente a…Alex. Se olvidó completamente de presentársela a su hermano.
-Lo siento Bill –logró decir un tanto avergonzado por no haber recordado esa parte importantísima- supongo que a ella ya la conociste por medio de revistas.
Pero Bill no dijo nada. Solo la miraba atenta, casi como si esperara algún movimiento brusco para quejarse contra ella. El comedor se enmudeció de repente y solo se pudo escuchar como los cubiertos chocaban entre sí en busca de comida. Durante toda la cena, Tom no podía evitar dos cosas, una de ella estaba el mirar y anhelar más de cerca a Alex para buscar otra cosa favorita que provocará en él que su corazón latiera con fuerza y la segunda, la mirada fría de Lizzi.
Tom ya podía ver el momento en el que Lizzi se levantaba disgustada de su asiento para tomar cartas en el asunto. Una venganza sencilla y sin complicaciones…pero ¿Porqué se tardaba tanto?
Se limitó solo a comer de la deliciosa ensalada que había preparado su madre por el simple hecho de que todos conocieran a Alex, aunque hubiera deseado que no todos.
Durante toda la noche no podían evitar los halagos que soltaban los demás acerca de su relación. Alex solo se limitaba a sonreír avergonzada y era un lado del que Tom no conocía muy bien de ella. Por lo general la había conocida, dura, sin sentimientos y solo una chica que le gustaba que la obedecieran, pero detrás de ella estaba el lado dulce y tímido de Alex. Aunque ya eran bastante las veces en que ella bajaba la mirada sin necesidad de un halago. ¿Se preguntó porqué?
-No es para tanto –comentó Tom cercas de ella sin dejar de sonreír- está bien que te avergüences pero no necesariamente tienes que estar bajando la mirada.
-Tu hermano –logró decir como si estuviera disimulando que no hablaba con Tom- no deja de verme desde que llegué.
“Así que todo se trataba de esto” logró pensar Tom para sus adentros después de buscarle muchas conclusiones a su supuesta “timidez”
-Tu vaso está medio vacío –comentó Tom en voz alta con la intención de que algunos lo escucharan. En especial Bill- necesito tu ayuda- le dijo Tom señalando a su hermano.
Bill a penas se dio cuenta que lo llamaban de no haber sido por el pequeño empujón en el hombro que Aliz le dio al instante.
Tom ya se encontraba en la cocina en la espera de su hermano. Sus manos descansaban sobre la barra desayunadora y solo había una pared delgada pero que era seguro que las voces no atravesaban ningún sonido y por supuesto era confiable hablar con Bill ahí mismo.
-¿Qué sucede? –preguntó Tom cuando Bill ya había cruzado por la puerta que dividía la cocina. Las manos las había levantado en forma de saber una respuesta.
Bill tardó unos segundos más pero solo para poner las manos sobre la barra de igual manera que Tom. Bill miraba confuso y negando su cabeza de un lado a otro como si le costara trabajo creer alguna novedad nueva.
-Acaso no te das cuenta –dijo su hermano después de varios largos minutos.
-Lo siento si no te la presenté antes –lamentó Tom- no sé cómo se me pudo olvidar eso.
-No lo digo por eso –bufó Bill desesperado. Tom pensó que estaba a punto de desgarrar aquella barra aunque no fuera tan frágil para destruirla- ¡Mírala! –exclamó apuntando hacia el comedor principal aunque era lógico que no se podía ver nada detrás de esa puerta.
-No te entiendo –respondió Tom confundido. Eso realmente se estaba tornando algo confuso. Tal vez se refería a su belleza o algo por el estilo. ¿Pero que no se supone que Bill la había visto en fotografías? ¿Por qué ahora le resulta tan extraño mirarla?
-Delgada, cabello castaño y ondulado, ojos bonitos, sonrisa grande y labios delgados y rojizos.
-Sigo sin entenderte –pudo decir Tom tratando de repasar aquellas palabras por su mente con mayor lentitud. No lograba entender las cosas.
-Es idéntica a…
Ni siquiera pudo terminar la oración y fue lo único que bastó para que Tom se diera cuenta de que se trataba de Neily. Era extraño, de alguna forma Tom nunca lo había visto de esa forma. Para ser gemelos tenían bastante gustos diferentes, y en –raras- ocasiones era en las que concordaban por sus mismos gustos. Esto le fue extraño tanto para Tomo como para él. Ahora, si la recordaba, y la comparaba conmigo, había una extraña similitud. Aunque habían sus excepciones.
Le sorprendió aun más el hecho de que Bill sacara a la luz ese tema, que conociéndolo, hubiera preferido guardárselo. No le gustaba recordar nada que tuviera que ver con el nombre “Neily” era lo justo, él mismo se había prometido no decir nada acerca de ella pero a veces a su madre le costaba algo de trabajo.
-Pero trata de disimularlo Bill –le comentó Tom al respecto- creo que se intimida por tu mirada.
-Es que… no puedo evitarlo.
-Ni se te ocurra –lo señaló con el dedo índice- está prohibido que me quites a…
-No lo haré –sonrió por fin Bill agitando su mano para tranquilizar los ánimos repentinos de Tom.

*****

La esencia más fina y pequeña de lealtad y orgullo se estaba perdiendo como cenizas. Todo se estaba viniendo abajo y solo trataba de enderezarse, pensar en cosas positivas y ser realista.
Lizzi había pasado toda la mañana en si ir o no ir. Estaba siendo invitada a una cena por parte de Tom. “Llevará una sorpresa” dijo su madre al teléfono. Cómo no pudo darse cuenta de que esa sorpresa sería ella.
Lizzi la miró desconcertada y la vez decepcionado. Cada pequeña esperanza ahora estaba siendo destruida por ella. Quien le sonreía sin parar a la que pudo haber sido algún día su suegra. Pareció caerle muy bien.
“Qué más da” replicó Lizzi resignada. Odiaba tener que lidiar con la consolación de su amiga Aliz quien constantemente le decía “Te entiendo, te entiendo” y palmeaba su hombro disimulando sinceridad. “Deja de hacer eso” quería gritarle Lizzi “Tú que sabes” pero no respondía nada, simplemente se dejaba enmudecer por el silencio que ya comenzaba a desvanecer sobre todo su cuerpo.
Cinco minutos más tarde su mirada fue lo único que hizo que su corazón se acelerara de forma instantánea. Estaba prohibido mirarlo desde que trajo a presentar a su “compañera de al lado” pero de un modo u otro no le importaba. Podía sentir como sus mejillas se enrojecían y que sus manos le temblaban. ¿Pero cómo alguien podía amar y odiar a la misma persona? Solo Lizzi sabía la respuesta. Ver justo en frente de ella, la forma en que Tom la tomaba de la mano, la miraba, le coqueteaba, solo hacía encender un pequeño fuego que ardía desde adentro de su corazón.
Tampoco la podía odiar a ella ¿Qué culpa tenía? Exacto, pensaba con disimulación. Intentó apartarse de la mirada de Tom. Tardó solo unos minutos para darse cuenta que esto se había terminado. Todo estaba fuera de sus manos y ya no podía hacer nada para reconquistarlo. No estando ella.
-Me despido –Lizzi se levantó de su asiento- felicidades, espero que su relación dure –dijo con muchísimo esfuerzo. Esas palabras le quemaron la boca dejándole una gran quemazón en la garganta- y gracias por la cena estuvo deliciosa –se dirigió hacia la madre de los gemelos y salió disparada hacia la puerta principal.
Quería llorar, quería golpear a la primera persona que se la pasara en frente, quería quejarse con alguien, quería hablar con una amiga. “Neily” suspiró casi deseando desaparecer de la tierra. Cerró los ojos cansada. Estaba tan exhausta que parecía como si hubiera perdido una batalla y hubiera perdido ahí a sus amigos. Estaba destruida y desbastada.
-Lizzi –escuchó una voz a lo lejos. Ni siquiera se molestó en voltear para saber quién era. Le importaba poco.
-Puedes esperar –insistió la voz algo agitado. Esa voz estaba tan segura de que se trataba de Tom. Su garganta comenzó a quemarse.
Ella se quedó quieta sin ni siquiera mirarlo. No sabía cuántas manzanas había recorrido para que Tom estuviera tan agitado.
-¿Qué? –exigió saber cruzándose de brazos pero sin mirarlo. Estaba segura de que si lo miraba todo el ardor sufriría consecuencias graves y se desatarían muchísimas llamas.
-De veras lo siento mucho –se disculpo entrecortadamente- mi intención no era presentártela de esa forma. Mi madre tuvo el error de ….
-¿Invitarme? –eso había sido mucho más cruel. Hubiera deseado ignorarlo y seguir su camino, pero siguió ahí.
-No quería lastimarte –continuó Tom ahora un poco más tranquilo- solo quiero agradecerte que no hayas dicho nada sobre lo que sucedió entre nosotros.
-¿Te da vergüenza? –sintió el poder de amenazarlo pero eso solo traería consecuencias. Se quedó callada.
-De veras lo lamento mucho.
Hubo una larga pausa entre los dos. Casi podía estar segura de que el único ruido a su alrededor eran los sollozos que Lizzi provocaba. Se giró lentamente teniendo cuidado de no echar nada a perder entre su garganta y ella y logró decir entre dientes; ¿Por qué crees que con ella si puede funcionar y conmigo no? Una pregunta que sabía a ciencia cierta que no tenía respuesta. Tom solo enmudeció y tuvo que tragar saliva antes de volver a disculparse con ella. Lizzi negó con su cabeza decepcionada; y continuó con su camino.
Ya no escuchó más su voz y aunque eso fuera un alivio solo era una tortura. Habría hecho miles de escenas para poder besarlo pero solo eran parte de su imaginación. Hacía mucho frio pero nada de eso le importaba, continuaba caminando de forma ausente intentando olvidar la escena que vivió hace algunos segundos.
-¡Oye disculpa! –gritó alguien a lo lejos. Supo que no se trataba de Tom y no se detuvo a mirar. Siguió caminando- Oye- insistió la voz, sonaba a una chica.
Lizzi suspiró de forma exhausta y cansada y por fin se detuvo a mirarla. Aquella chica era delgada y esbelta. Tenía el cabello castaño, era largo y lacio. Sus ojos eran de color gris perla y sus facciones de la cara eran idénticas a las de Alex. ¿Qué sucedía aquí?
-Hola mi nombre es Sarah –saludó estirándole la mano, lo cual Lizzi no lo aceptó. Sarah bajó su mano incomoda por la reacción.
-¿Qué quieres? –preguntó Lizzi confusa-.
-Me gustaría hablar contigo sobre alguien……..

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