La estrechó aun más contra su pecho sin querer soltarla. Había sido mágico la forma en que lograban adaptarse tan rápido a la forma de besar. Él prosiguió sin ninguna dificultad y fue poco a poco que dejaron de besarse para mirarse solo a los ojos. Ella lo abrazó inmediatamente, lo cual esperaba algún rechazo como una bofetada por parte de ella, por haber sido tan rápido, pero solo recibió un fuerte abrazo.
Al querer mirarla de nuevo, se dio cuenta de que una lágrima había pasado por toda su mejilla. Él se asusto.
-¿Tan malo soy besando? –bromeó Tom.
Ella negó con su cabeza y se quitó de Tom al momento que intentaba acariciarle el rostro. Él la siguió confundido. El largo silencio que los invadió se sintió incomodo y no supo reaccionar enseguida.
-No quiero que me lastimes por favor –pudo decir con mucho esfuerzo.
Fueron palabras que el mismo Tom temía hacer y era lo que menos deseaba en ella. El día de ayer estaba a punto de intentarlo –tener sexo- pero no pudo, ni siquiera sabía si era su conciencia, o si era el amor.
Sin darle vueltas al asunto, se acercó a ella para besarla de nuevo, el cual fue respondido por ella también. Después había sido Tom quien la había abrazado fuertemente, casi temiendo que la fuera a perder al día siguiente.
-No lo haré.
-Te quiero –confesó con tristeza- no pensé que volvería a sentir esto de nuevo y de pronto a pareces tú- comentó irónica.
Ella lo miró con recelo frunciendo sus ojos. Tom tragó saliva antes de poder volver acercarse a ella de nuevo.
-¿De veras me quieres o soy solo una más en tu lista?
-Si te digo que no había sentido este síntoma me creerías.
-Quizás –sonrió volviéndolo a besar.
Ninguno de los dos pudo quejarse de lo bien que se sentía el besar a esa persona. Durante varios minutos solo fueron besos y abrazos, sin dejar el dulce sabor de boca que esto les provocaba.
Cada minuto era un segundo para ambos, a pesar de lo oscuro que se encontraba el lugar. Solo una pequeña lámpara de la casa de Alex era lo único que podía reflejar el rostro de ellos.
-Debes irte –le dijo cerrando sus ojos profundamente antes de que Tom estrechara sus labios contra los de ella- se hace tarde y mi hermana debe estar preocupada.
Él la estrechó contra la pared tomándole ambas manos con cariño sin dejar de sonreír. “No quiero” pudo decir antes de robarle otro pequeño beso “disfruto estar contigo” y otro besó le quitó la inspiración para hablar.
-¿No crees que fuimos demasiado rápido? –preguntó Alex quien no paraba de mirar a Tom a los ojos. Le gustó mucho la forma en que vestía él.
-Quizás –se encogió de hombros. Él era la persona menos indicada para pensar tal forma. Le gustaba ir a lo que iba.
-Debimos esperar a conocernos mejor.
-Pero ya siento que te conozco –Tom se detuvo un poco al recordar lo que Mary había dicho acerca de la palabra “nana”- bueno… en realidad necesito hacerte una pregunta.
Alex accedió con su mirada sonriendo un poco. Esa mirada fue tan tentadora como para desear otro beso y olvidar el tema tan pronto. Apartó su mirada antes de concentrarse a su pregunta.
-Mary estuvo contándome algunas cosas acerca de ti, pero no quiso decirme algo que tuviste que ver con tu nana.
Ella tomó aire haciendo una mueca de tristeza, pero parecía estar dispuesta a contárselo.
-Mi nana –pudo decir con mucho esfuerzo. Tragó saliva- es una persona….
Pudo haber continuado, de no haber sido por la voz que venía de la puerta de entrada de la casa de Alex. Era su hermana Sarah quien le ordenaba que ya estuviera dentro de la casa. Alex bufó.
-Tengo que irme –le dijo a Tom después de que su hermana había desaparecido.
-Está bien, pero antes de que te vayas, quiero que tú vengas conmigo mañana para demostrarte como es estar un día conmigo.
-Es en serio –rió por lo bajo. No tenía opción, si se quedaban a discutir solo harían más tiempo y eso era más que suficiente para que Sarah interviniera de nuevo- de acuerdo- accedió dando un beso por terminar su conversación.
Todo fue un borrón a su alrededor mientras el camino se abría paso conforme él conducía. Sintió la necesidad de abrazar a quien sea y gritar al mundo la felicidad que corría por sus venas. Nunca había pensando que se sentiría de esta manera al declarársele alguna chica de que estaba loco por su amor. Tampoco ignoraba que el deseo tan fuerte que este sentía le parecía algo tonto y cursi, pero era algo que no podía evitar.
Casi pareció dar pequeño saltos sin dejar de quitar esa enorme sonrisa de su rostro a la puerta de su casa. Su mente ahora la ocupaba Alex, completamente lleno de felicidad.
Ni siquiera se dio cuenta de que su madre se hallaba en la cocina sin dejar de hacer ruido con los cubiertos. La saludó.
-¡Buenas noches! ¿Cómo has estado? –preguntó agachándose a darle un pequeño beso en su mejilla.
-Bien –respondió sorprendida por la forma tan extraña de Tom.
-¿Dónde está Bill? –tenía planeado contárselo a él también.
-No lo sé –respondió con los ojos como platos.
Tom solo se precipitó a llegar a su habitación sin darle mucha importancia al lugar donde se encontraba su hermano “Al fin y al cabo tendría mucho tiempo” pensó para sus adentros. Solo anhelaba con deseo a su guitarra, queriéndola tocar una y otra vez.
Solo le tomó varios segundos para poder sentir la bella sensación de su guitarra. Solo hubo paz. Después de eso, solo en cuestión de segundos, la primera melodía había salido sin complicaciones, abundando la casa entera con las cuerdas principales que Tom tocaba alegremente.
*****
En lo más bajo de un rincón, mirando hacia la azotea del vecino más molesto que había conocido, estaba Bill. Estaba en la parte que más detestaba en el día. Sus miles de preocupaciones dejaban al descubierto un rostro amargo y delgadez bajó su cuerpo. Una terrible soledad le volvió a invadir sin dejar de parar; Mirar a las estrella no era algo que le desconcertaba y después volver a sentir tal angustia. Estaba acostumbrándose al dolor.
Una oleada de arrepentimientos le acompañó, para después evitar de mirar las estrellas. Me recordaba a cada instante, y era imposible evitar ver su parte favorita de la noche.
Sus manos las apretó fuertemente hasta hacerlas puño, aunque sabía que no lograría eso.
Cuantas veces él mismo se había preguntado si hizo bien en dejarla ir. Muchas personas le habían hecho esa misma pregunta, pero ninguna tenía tanta validez como la de él. Simplemente se dejaba caer por todas las respuestas de aquellas personas. Eso podía recordarlo perfectamente.
-Eres un imbécil –gritó Tom al darse cuenta sin dejar de agitar sus manos- como es posible que quieras hacerle esto.
-Es lo mejor –respondió con el nudo en la garganta- solo intento protegerla, eso es todo -Intentó calmar la situación que ya parecía que se estaba saliendo de control-.
-No estoy de acuerdo –soltó con un alarido- yo sé que esto no es lo que tú quieres.
-No quiero ser egoísta –se defendió- no quiero pensar en mí, solo quiero lo mejor para ella.
-Eres un idiota si la dejas ir -amenazó su propio hermano golpeando fuertemente la mesa sin importar las personas que presenciaban tal escena. Estaban en medio de la cocina y todos estaban preparados para comenzar su tour. Su madre no hizo comentario alguno, quizá para evitar otro conflicto, además de ver a su propio hijo más disgustado. Se calló.
-¿Estás seguro que quieres hacer esto? –preguntó David quien estaba cruzados de brazos con los ojos entrecerrados sin dejar de mirar a Bill.
Bill solo asintió lentamente la cabeza después de tragar saliva. Y entonces, solo entonces pudo sentir el mismo sentimiento de amargura desde la noche en que no me tuvo más.
Agradeció estar de gira para no tener que pensar más en mí, pero todos los días se hacía esa misma pregunta.
Por supuesto, las preguntas que le seguían eran ¿Cómo estará, que estará haciendo, me extrañará tanto como yo a ella? La última pregunta podía estar seguro de saber la respuesta “por supuesto que no”
-La rabia que pudo haber sentido el día que me fui de seguro se olvidó de mí- pensó para sus adentros. Suspiró.
Habían sido varias las veces en las que solo imaginaba que viajaba a través del mundo solo para verme una vez más. Una despedida mejor, una donde pudiera decirme lo mucho que me extrañaría y besarme por una última vez.
Esquivó su mirada rápidamente intentando pensar en otra cosa. Se alejó de su habitación y no pudo escuchar la melodía que se producía detrás de la puerta del cuarto de Tom. Pensó en tocar la puerta, pero se detuvo centímetros antes de que su piel tocara la tallada puerta color marrón. Se volvió alejar para no interferir en la dulce melodía que se estaba produciendo.
Pudo mirar a su madre en la cocina. Hacía mucho ruido, pero no le importo. Continúo despacio hasta llegar al fondo de la casa. En un rincón, apartado de todo sin tener que pensar en nada.
Se acomodó en uno de los sillones que le parecía tan duro e incomodo pero aun así prefirió sentir la textura a la de la tristeza. Encendió el televisor sin percatarse de que su madre ya se hallaba justo al otro lado del sillón.
-Realmente no tengo que adivinar para saber cómo se siente mi hijo –comentó con una taza sosteniendo sobre sus manos- verte me causa también una tristeza.
No pudo articular ninguna palabra a su comentario. Cada palabra era como si un clavo se encajara cerca de su garganta. Una pequeña mínima de voz y todo caería.
Su madre asintió lentamente su cabeza mientras bebía de su tasa. La dejó sobre la pequeña mesa que se situaba en medio como un adorno.
Lo miró atento como si estuviese pensando en algo que no lo hiciera sentir tan mal.
-Estoy tan segura de que se trata de ella –sonrió levemente mientras Bill la miraba con los ojos llenos de angustia- ¿Porqué no vas tras de ella? Estoy segura de que todo saldrá bien.
-No lo creo –respondió al fin sin que la garganta se le hinchara- de seguro ella ha encontrado una nueva forma de vida.
-¿Y si no es así?
-¿Por qué te empeñas tanto en Neily? –Preguntó enojado mientras se levantaba de golpe del sillón- tengo que dejarla en paz y es todo. Fin de la discusión.
Su madre agachó la mirada en forma de arrepentimiento por haber dicho las últimas palabras. Sin duda debió pensar muy bien en lo que debería haberle dicho.
-Deberás lo lamento –su voz fue casi tan débil que casi sintió Bill lastima por ella.
Bill se apartó de ella antes de volver a cometer otra estupidez. No quería provocar una pelea contra su madre, y menos sabiendo que solo intentaba ayudarlo, aunque esas palabras solo le eran tan crueles. Que más deseaba Bill de llegar por ella. Pero solo ella hacía las cosas más difíciles, solo las empeoraba, preguntaba por algo, cuando la respuesta ya había sido respondida.
La melodía de Tom se detuvo. Bill Tomó sus llaves y se marcho de su casa sin dirigirle palabra alguna contra su madre.
0 comentarios:
Publicar un comentario