Se levantó diez minutos antes de que fueran las siete para descansar tan solo unos minutos, a pesar de eso no fue lo bastante suficiente para descansar. Se puso lo primero que vio –sin perder el estilo propio de Tom y que todo estuviera de acuerdo al color negro que vestía el día de hoy con una pañoleta blanca que se situaba arriba de su cabeza enredada por toda su frente. Se colocó unas gafas oscuras para evitar todo tipo de preguntas que viniesen de Alex y disimular el cansancio que se leían a través de sus ojos.
Pero por más que trataba de evitar sentirse cansado la vista solo se le empequeñecía y su cuerpo estaba adolorido. No soportó el dolor.
Al verla esperándola fuera de la carcacha su corazón se encendió de nuevo. Todo esto ya no le estaba pareciendo nuevo y continuó fingiendo como si nada. Caminó notablemente adolorido y con un gesto totalmente acabado. Fue lógico que Alex lo notara con bastante rapidez.
-¡Vaya! –Se sorprendió Alex quien lo miraba feliz- parece que no tuviste una noche grata.
-No quiero hablar de eso –dijo Tom seriamente sin dejar de verla- lo único que necesito es un cigarrillo. Y espero que este día no sea tan pesado como el pasado, de verdad que no lo soportaría.
-Descuida- contestó Alex abriéndole la puerta a Tom- espero que te diviertas tanto como yo.
Le sorprendió el hecho de que no estuviera presionando por saber lo ocurrido, cualquier chica hubiese rogado por saber que le hubiese ocurrido, pero fue todo lo contrario con esa chica. Sin duda eso le agradó.
De nuevo encontrarse con los caminos largos y pesados ya parecían ser bastantes molestos. Dos horas de camino y ya había perdido la cuenta de cuantas veces había bostezado y no quiso dormir por la vergüenza hacia a Alex. Trató de mantener los ojos abiertos pero cada vez era más difícil.
-Puedes dormirte –dijo Alex con voz calmada, a Tom solo le pareció escuchar un ángel.
Él simplemente negó con su cabeza exhausto. Aprovechó en comprar un café exprés -una vez que se detuvieron afuera de un súper mercado- para poder soportar el día con Alex sin echar a perder su último día, juntos. “Ultimo día” pensó Tom con cierta tristeza. Miró de reojo a Alex quien conducía manteniendo una enorme sonrisa. Era demasiado bella y no tendría el lujo de perderla. Estaba decidido a conquistarla este día haciendo lo posible sin importarle nada. La sensación nueva que sentía le había arrumbado el cansancio que tuvo hace unos minutos.
Recobró el aliento y agradeció felizmente haber tenido puesto los lentes oscuros para verla todo el tiempo y que ella no pudiera darse cuenta.
-Llegamos –anunció Alex apagando el motor de la carcacha- y es hora de divertirnos. Tienes que cumplir con este día para que me demuestres que si pudiste soportarme tres días. Solo es hoy y ya –dijo sonriente.
Tom sonrió felizmente y ambos se dirigieron a un hogar llamado “Club amigos”
Cada vez le sorprendía menos a Tom que fueran a lugares de ayudas, o que tipo de personas como Alex fueran
-Solo diviértete –le dijo Alex guiñándole un ojo mientras le abría la puerta principal.
La fachada de ese lugar casi parecía derrumbarse. Estaba llena de ancianas, donde enfermeras vestidas de blanco acompañaban a las ancianas y como siempre, aquella señora que había ayudado a Tom entrar al hospital se encontraba paseando a una anciana en sus silla de ruedas.
Este lugar era más agradable si comparaba con los otros lugares a los que había ido. Se dirigió detrás de Alex quien no paraba de saludar sin dejar de sonreír a las ancianas de aquel lugar. Parecía estar feliz. Aquellas personas estaban encantadas de que Alex se encontrará ahí aunque tampoco se les veía muy sorprendido.
¿Cómo era posible que ella conociera tantos lugares como estos? Se preguntó Tom al tiempo que recorría el lugar admirando cada uno de sus jardines y de todo tipo de flores de colores.
-Les gusta el color de las flores –se acercó Alex a Tom quien esta no paraba de admirar la belleza de las flores- ellas también se detienen a mirarlas por un rato y olvidarse de todo. Es la única oportunidad que tienen.
Tom suspiró encogiéndose de hombros. No le gustaba admitir que todos estos lugares le parecían bellos y deseó que alguna vez las personas también tuvieran el privilegio de entrar al mundo de ella. Parecía ser perfecta ayudando a las personas aunque le costara trabajo creerlo.
-Ven –Alex lo tomó del brazo- quiero presentarte a alguien muy especial. Mientras, yo preparare la comida y ayudaré al aseo.
Entraron a un cuarto –donde todos parecían tener la misma decoración en cada cuarto- sin antes tener que pasar por varios pasillos largos y con un olor algo extraño. Le recordó la casa de su abuelo.
-Ella es Mary –Alex le presentó una anciana que estaba sentada felizmente viendo la televisión- Mary, anda levántate, te traje a una persona muy guapo.
La palabra guapo venir de Alex le pareció extremadamente fabuloso, lo que provocó una enorme sonrisa en el rostro de Tom.
Mary volteó sin dejar de sonreír hacia Tom. Está pegó un grito y se levantó lentamente de su cama.
Aquella no era más que una señora de estatura baja, de cuerpo ancho y cabello corto y blanco.
Tom no supo que hacer al sentir las miradas de ellas. Se mordió el labio superior y se acercó a Mary no muy seguro. Antes de mirar a Alex por no sabes que hacer, Mary ya lo estaba abrazando.
-¡Hasta que me trajiste algo bueno! –Exclamó Mary contenta sin dejar de abrazarlo- estaba cansado de esos tipos chaparros que sueles traer.
-Pienso lo mismo que usted –respondió Tom respondiendo a su abrazo para luego dedicarle una sonrisa. Tom había tenido una experiencia similar con una pareja de ancianos, y se había divertido también- con esto lo bastará para muchos años- bromeó-.
Alex los miró sin parar de reír para luego retirarse del lugar y dedicarse a las labores del lugar.
El estar a solas con Mary había sido fabuloso y no paraba de contar anécdotas de su vida. Siempre le habían parecido algo maravilloso entablar una conversación con gente adulta. De vez en cuando se olvidaba Tom de cómo hablaba gente de la edad de Tom. Ni su hermano ni él tenían la oportunidad de hablar con gente de su misma edad, por lo que no sabían cómo reaccionar ante una cosa. Aunque eso era lo de menos, a él le gustaba hablar con gente mayor como su abuelo.
-Es bueno saber que Alex haya traído a personas como tú para ayudarnos –dijo Mary dirigiéndose a Tom quien este estaba sentado a un lado de ella- cada año llegan muy pocas personas.
-Pero usted ha dicho que Alex ha traído a hombres chaparros ¿no? –preguntó Tom.
-Si así es –afirmó con cautela- pero son médicos que vienen a revisarnos cada que pueden y no son simpáticos. Y no es que Alex le agrade también esos tipos, porque ella los odia, pero simplemente lo hacer por ayudarnos.
-¿Y no puede buscarse a mejores doctores?
-Es difícil, después de todo a ella le hacen descuentos por tener acceso a un hospital cercas de aquí- se detuvo un momento y continuó- Ha sido demasiado buena con nosotras y todavía exigirle eso está mal.
-Creo que tiene razón –admitió él.
-Sé que ella hace lo mejor que puede, su semana entera se la ha pasado con su Nana y no hace más que ayudarla en todo lo que puede.
-¿Su Nana, quien es ella? –preguntó curioso.
-Su nana –rió por lo bajo y se acomodó en una de sus sillas favoritos donde se meció antes de responder a la pregunta de Tom- la única persona que puede decirte de pies a cabeza es Alex y será mucho mejor que te enteras de ella y no de mí.
Por supuesto que Tom se propuso no darle vueltas al asunto ni darle de mucha importancia, aunque había una pequeña parte de él que deseaba saber quién era ella.
Luego de pasar un rato muy grato con Mary se despidió para ir en busca de Alex. Tuvo que pasar por un laberinto muy enredosa antes de poder encontrarse con ella pero después de todo ahí estaba. Estaba repartiendo comida a cada cuarto acompañada de una enfermera.
-Te ayudo en algo –se acercó Tom a ella- puedo ayudarte en lo que sea, en terminarme toda esa comida por ejemplo –volvió a bromear Tom, aunque Alex lo supo en seguida
Alex se detuvo a lo que estaba haciendo mientras lo miraba divertida. Frunció sus ojos y mandó a la enfermera a continuar sirviendo en el pasillo A-5 junto con otra persona.
Tom no pudo quitarse la sonrisa de su rostro. ¿Quién iba a pensar que llegaría a esto? Se preguntó ironico.
******
El que llevaran horas sirviendo comida a cada habitación no significaba que habían terminado sus labores. Porque apenas empezaban a recoger cuarto por cuarto los cubiertos sucios para ser lavados. Por supuesto que Alex se ofreció rápidamente para lavar los cubiertos y Tom fue quien se resignó a ayudarla sabiendo de lo cansado y fatal que se sentía.
-Honestamente –sonrió Alex quien no parecía estar ni un poco cansada. Sin dirigirse a Tom y lavando los cubiertos continuó- jamás pensé que llegarías a lograrlo, pero lo lograste.
-Una persona tan guapo como yo como no iba a lograrlo –bromeó Tom al respecto-.
-Te voy a extrañar –dijo seriamente sin detener de lavar los cubiertos- y lo digo en serio.
-No te pongas sentimental –le advirtió Tom y la mojó con una manguera que conectaba directamente al agua fría-.
-No hagas eso –gritó sin dejar de reír y tomando la manguera que conectaba al agua caliente lo mojó de la misma forma.
El agua no paraba de regarse por toda la cocina. Ninguno de los dos podía parar, parecía ser una guerra de agua.
Tom la tomó por la cintura acorralándola y con la otra mano sujetó la manguera con fuerza para chocar contra su rostro. La desesperación de no poder hacer nada hizo que Alex lo pateara en su entrepierna, tirando Tom la manguera contra el piso mientras se retorcía de dolor. Alex intentó levantarse aunque falló, al caerse por el piso que se encontraba bastante mojado. Volvió a levantarse rápidamente para apuntar directo al rostro de Tom. Pero el tiempo que le había llevado levantarse a Alex por su caída, fue tiempo más que suficiente para reponerse Tom y pudiendo así agarrarla de las piernas para originar una fea caída.
Alex se giró automáticamente para liberarse de las manos de Tom, pero solo la llevaba al borde de otro chapuzón de agua. Tom volvió a tomar la manguera y le dirigió otro chorro de agua fría. Ella, manteniendo los ojos cerrados y conteniendo la respiración, lo jaló hacia con él con tal de hacerlo parar. Pero el rostro chocar contra la de él fue más que suficiente para que la guerra terminara y se miraran a los ojos.
No pudieron evitar sentirse incómodos, pues parecían que sus ojos apuntaban directamente a sus labios. Alex mantuvo la postura gracias a la manguera que sostenía en ese momento, se estaba aferrando a ella casi desquitando todo ese gran sentimiento que estaba sintiendo por Tom. Lo detestaba.
Alex se levantó manteniendo la seriedad en su rostro con una pizca de sufrimiento. Estaba completamente segura de sentir algo por aquel hombre que alguna vez lo detesto.
El silencio que invadió la cocina fue casi tan tentador como para desafiar las reglas y dejar todo a un lado. Tener tan cercas los labios de Tom y sentir su respiración cerca a la de ella fue tan lento y tan adictivo. En su mente imaginaba que lo besaba con tanta pasión, pero eso era parte de su imaginación y no de la realidad. Suspiró al igual que Tom y fingieron que nada había ocurrido. No les fue tan difícil actuar de tal manera pero sí les costó preguntarse ¿Qué habría ocurrido si hubiera sucedido un pequeño beso en sus labios?
En gran parte del recorrido no hablaron sobre el tema creyendo que esa era lo mejor, aunque no mucho para Tom. Aun podía sentir el dulce aroma de Alex, sentirla tan cerca fue como una punzada completa sobre su pecho. Dolía, pero le gustaba ese tipo de sensaciones, no eran frecuentes pero casi podía estar seguro de hacerse adicto a esa sensación.
*****
El cielo ya estaba completamente cubierto de negro. Solo algunas lámparas que iban directo hacia las calles y un par de casas que alumbraban con mucha intensidad eran lo único que iluminaban las calles.
Al salir de la camioneta un aire frio le recorrió la espalda y sintió la necesidad de tenerla y mantenerla abrigada.
-Es hora de descansar, te lo mereces –susurró Alex como si los estuvieran espiando. Después de eso le guiñó un ojo y se dirigió a la entrada de su casa.
-¿Es todo? –preguntó alzando las manos en forma de confusión. Ella se detuvo sin mirarlo a los ojos- en serio es todo – volvió a preguntó irónico.
-Que esperabas –exigió saber enfrentando la mirada de Tom con los brazos cruzados a causa del frio que ya comenzaba a rodearlos- lo has logrado Tom, ya lo dije de acuerdo, ya puedes irte.
-No crees que merezco algo a cambio.
-¿Cómo qué? –puso los ojos en blanco y se mordió los labios por la gran incomodidad que sentía en ese momento- como puedes decir eso cuando te enseñe lo que más amo en esta vida, lo que tanta gente debería de apreciar. Ahí lo tienes Tom, te has llevado algo y no quiero que lo olvides- sonaba enfada pero Tom solo podía oler de nuevo su dulce aroma.
-Lo sé – sonrió Tom- sé que me has enseñado cosas que quizás muchas veces no les tomaba tanta importancia, y sí, me he llevado eso conmigo pero yo no me refería a eso.
-Entonces –se confundió ella enarcando su ceja tratando de entender leyendo su mirada.
-Me refiero a ti –se declaró abiertamente quien de pronto sintió mucho calor. Se quedó quieta justo como Tom la quería. Pero en su rostro solo podía verse confusión. Se explicó- también pude darme cuenta de la persona que realmente eres –intentó no sonar muy frio a pesar de que lo romántico no fuera lo suyo. Odiaba tener que decir cosas tan cursis y asquerosas que él mismo nunca pensó que llegaría hacerlas.
-¿Cómo? –preguntó cautelosa mientras se acercaba a él.
Tom detestó esa pregunta y el calor ya abundaba todo su cuerpo.
-Me refiero –vaciló unas veces intentado decir muchas cosas a la vez pero no podía. La garganta se le cerró y su cuerpo quedó paralizado- me refiero –volvió a continuar después de una larga pausa aunque le costara mucho trabajo- a que….
Tom no resistió ni un segundo más. La tomó fuertemente con mucha delicadeza su cintura, para sus manos no fueran tan bruscas al momento de perderlas sobre su espalda así y poder tenerla más cerca.
Ella, se asustó un poco, el hecho de solo ver frente a ella el pecho de Tom hizo que se congelara. Sabía que iba a hacer un poco difícil escapar, pero no quiso intentarlo, sino que quiso arriesgarse por adentrarse un poco al juego que Tom estaba creando. Los ojos de él mostraban curiosidad al igual que los de ella. Sentir la mano de Alex chocar contra su mejilla fue una ansiedad tan diferente, causando un cerrar de ojos profundo. Luego e sentir aquella sensación, al abrir los ojos, no le quedó duda de poder besarla y terminar lo que ya lo estaba matando.
Él se acercó dirigiéndose solo a sus labios que ya los deseaba con tanta impaciencia haciendo que Alex solo reaccionara colocando sus manos detrás de su cuello.
Tan pronto había terminado la espera de Tom, al poder sentir por primera vez los labios delgados y pequeños labios de Alex. La abrazó intensamente sin querer despegarse de ella.
El frio que alguna vez hizo que se cohibieran, ahora estaba siendo remplazado por el inmenso calor que sus cuerpos favorecían.
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