-De acuerdo arranca –se apresuró a decir Tom palmeando las palmas de sus manos. Estaba demasiado impaciente si se trataba de “la otra parte de vida” de la misma Alex a quien él mismo creyó conocer.
Ni siquiera había comido por la curiosidad a donde lo llevaría. Estaba emocionado y a la vez algo desesperado por saber lo que ocurriría en la tarde. “Tal vez un poco de sexo” se esperanzó sonriendo de oreja a oreja.
Las preguntas tampoco fueron precisamente una excepción. Todas las preguntas se ensimismaron como una gran terremoto a punto de caer. Entre ellas estaban ¿Porqué Jess había dicho eso de ella? Estaba tan segura de que nadie mentiría al respecto y sabía que Alex tampoco. Una zorra, suspiró Tom tratando de imaginarla de la peor manera, vistiendo sexy, bailando seductoramente y ¿Teniendo sexo? No, negó Tom soltando una carcajada.
-¿Qué te causa tanta gracia? –le preguntó por el rabillo del ojo. Estaba por arrancar su carcacha para volver adentrarse al camino largo y tedioso.
-Nada –mintió- ya me urge llegar.
-¿Porqué? –ella estudio muy bien su rostro esperando su respuesta.
-Para conocerte –respondió sinceramente y cuidadosamente tratando de evitar una pelea que quizá se avecinaba. –Yo pensé que te conocía y… -tardó solo unos minutos en completar lo que iba a decir. Aquello jamás pensó que le costaría trabajo decirlo- y me equivoque.
Alex asintió lentamente avergonzado, así que solo trató de evitar su mirada, manteniéndose concentrada a la hora de manejar.
-¿Y tú? –su pregunta fue una sorpresa para Tom; Definitivamente no lo veía venir.
-Lo que sabes es lo que soy –respondió a secas.
-No lo sé –lo provocó con la actitud de una chica mala. Tom se estaba dando cuenta que quizá si pudiera ser de verdad “muy mala”- como puedo saber que no te acostaras con la primera chica que se arrime. Ese es uno de tus puntos débiles ¿No es así?
Tom enmudeció por completo. Otra vez el mismo tema de siempre. Saber si era lo correcto, saber si estaba por el buen camino. Estaba harto de no saber esa respuesta para que todo el mundo la supiera y no preguntara de nuevo inseguro.
-Lo soportaré –apretó sus labios en un intento de pensar en algo más. Pero su cabeza se mantenía hueca.
-¿Soportarlo? –Lo provocó de nuevo- entonces me estás diciendo que esto solo es un límite de tiempo. Que en el futuro sí lo harás.
-No –se apresuró a decir.
-Entonces…
-Jamás había estado de esa forma con una chica ¿De acuerdo?
-Y eso significa que no me lastimaras –eso había sido el golpe bajo.
-¿Crees que yo querría hacerte eso?
Ambos intercambiaron una mirada larga. Aprovechó para darle un vistazo a su rostro que lucía demasiado atractivo para el día de hoy. Le gustaba admirarlo y besarlo tantas veces, la actitud que tomaba cuando se sentía confundido le encantaba tanto que evitaba reírse para que no la descubriera. Supo que no mentía así que creyó en él.
Ahora Tom solo se limitaba a mirar por las calles con recorrido largo. Se preguntó ¿Porqué los lugares a donde Alex lo llebava eran tan lejos de su hogar? ¿Cómo encontró esos lugares o porqué los hacía especiales aquellos lugares?
No podía encontrarle sentido a sus preguntas y eran algo que solo ella sabía. Tom la miró de reojo, estaba muy hermosa con su cabello suelto y sus cabellos castaños y ondulados con una pañoleta en su cabeza. Solo en eso se parecían un poco, una pañoleta en la cabeza. Sonrió.
Una canción “decente” para los oídos de Tom por fin había escuchado. Estaba contento palmeando sus manos sobre sus piernas. Alex solo se limitaba a reir mirándolo cada segundo. Le gustaba admirarlo.
Solo en ese momento se dio cuenta de que habían pasado el hospital, incluso Tom la detectó a la perfección, segundos después la casa para ayudar a los necesitados y solo cinco minutos después de diferencia se encontraba el asilo para ancianas. Le pareció demasiado extraño pero continuó mirando más allá. Todo comenzó a dar un giro completo; Ahora todo se hallaba rodeado diferente. Enormes campos llenos de tierra, algunos con césped bien cuidados. Casas algunas pequeñas, otras grandes y algunas parecían ser igualitas. Vacas, caballos, cerdos, de todo tipo de animales que pudieras tener si tuvieras una granja. ¡Qué demonios! Se sorprendió Tom sin comprender nada en lo absoluto. Todo le dio la impresión de que se trataba de ranchos… como una visita con su abuelo.
Las calles estaban menos transitadas como la de una ciudad normal. Ahora albergaba la duda de saber ¿Qué era lo que estaban haciendo aquí? ¿Cómo Alex preferiría estar aquí que en se propia casa? Estaba loca entonces.
Pero el carro no se detuvo, continuo con su camino demasiado contenta al ver el lugar tan horrendo y asqueroso. ¿Qué le encontraba divertido? Sus ojos brillaron de la emoción y solo por un segundo, Tom también deseó sentir aquella sensación, pero finalmente no pudo.
Continuaba el recorrido que cada vez iba más lento. Ahora todo lo que veía Tom por sus propios ojos eran un enorme campo cubierto de césped verde muy bien cuidado, aunque si comparábamos los campos de los del “rancho” esté solo se vería muy pequeño.
Tom recorrió con sus ojos el campo verde donde situaba un caballo que no pudo verlo con facilidad, ni siquiera supo su color aunque supuso que se trataba del mismo color que el de todos; Marrón.
-Llegamos –dijo con sus ojos iluminados y una sonrisa de oreja a oreja que transmitía un poco de alegría y paz. Tom se resignó con aquel sentimiento.
Bajaron de la camioneta donde Alex se había estacionado justo en frente de una casa blanca. Daba la impresión de que se trataba de una cabaña. “Muy linda” a comparación de otras casas donde Tom tuvo la oportunidad de ver.
En un intento de registrar el lugar se dio cuenta de que la calle estaba completamente desierta. No habían casas a sus alrededores, la calle por la que tuvieron que llegar hasta ahí era de tierra y solo unas marcas de llantas más grandes que las de la “carcacha” de Alex habían dejado una huella para continuar el camino. Miró más allá de ese camino y solo pudo distinguir el final del campo verde y justo en frente lleno de arboles verdes. En frente de la cabaña solo había campos de maíz y estaba demasiado solitario aquel lugar.
-¡Wow! –exclamó fingiendo entusiasmo- así que está es tu otra vida.
Para parecer una chica mala ¿No se suponía que estaría en un club o antro o cualquier otra cosa indebida? Al menos eso era lo que Tom pensaba.
-Aquí es donde vive mi nana….
-¿Tú nana? –Preguntó confuso- de veras que no te entiendo, que tiene que ver ella con todo esto.
-Mucho –contestó llena de entusiasmo- y quiero que la conozcas.
Alex jaló su mano impaciente hacia la cabaña. Le pareció chistoso que debajo del tapete escondiera una llave que pudiera abrir la puerta principal. Creyó que eso solo lo podía ver en las películas.
-¿No crees que alguien pueda entrar fácilmente? –preguntó Tom desconcertado mirando detenidamente como ella abría la puerta.
-Aquí no son como en la ciudad –soltó una carcajada mientras abría la puerta. Su sonrisa se esparció aun más. –aquí todos son como una familia.
La casa era demasiado acogedora. Tenía dos pisos a pesar de lo pequeña que se veía. Estaba demasiado elegante y rustico a la vez. Daba la impresión de que estabas como en casa. El piso era de madera, donde fácilmente se escuchaba el crujido de la madera cuando el zapato rasgaba o tocaba la madera. Ella caminó deprisa mientras Tom se dedicaba a mirar la casa que de pronto ya le parecía bella. Frente a él se situaban las escaleras y al lado derecho una pequeña sala con un televisor no muy grande. Tenías que bajar un escalón para bajar a la sala. Después tenías que cruzar la sala, subir un escalón para llegar al comedor, más adelante la cocina donde todo era de madera pero muy bonito. Y solo ahí, frente a sus ojos, un ventanal grande transparente que se deslizaba hacia los lados para lograr pasar al tan hermoso y enorme “campo verde”
-Ese campo le pertenece a tu nana –se sorprendió Tom sin dejar de echar un vistazo por el ventanal.
-Así es –asintió feliz Alex mientras comenzaba a sacar algunos utensilios de cocina. La medicina salió de su bolsillo para después colocarlas en una olla enorme.
-Nana ya estoy en casa –gritó Alex emocionada, acompañado de esa sonrisa imparable.
Le sorprendió la frase que ella misma había utilizado “estar en casa”. Y como era posible estar la mayor parte del tiempo con una sonrisa todo el tiempo cada vez que visitaba está casa. Que ironía, pensó Tom aun desconcertado.
Unos pequeños ruidos comenzaron a crujir por el peso de aquella persona. Eran lentos y pesados así que echó un vistazo. Supo que se trataban de las escaleras así que se dirigió ahí.
Ahí estaba la famosa “nana” aunque ella casi ya no podía bajar de las escaleras. Tenías algunos mechones castaños y unos habían dado el lugar al blanco. Tenía corto el cabello y mechones ondulados. Ojos azules y la cara demasiado pálida.
Alex se apresuró hasta llegar a ella para tomarla de la mano y ayudarle a bajar las escaleras. Se sintió demasiado estúpido por no ayudarla, por el hecho de mirarla.
-Lo lamento –se disculpó Tom, sintiéndose el idiota más grande. ¿Qué pensarían de él?
-No te preocupes –rió su nana mientras lentamente se dirigían a la sala-le he dicho a Alex que yo puedo sola.
Su nana casi no podía hablar y estaba seguro de que en ese momento no tenía sus dentaduras.
-Siéntate junto a mí –le rogó la anciana quien mostró sus únicos dos dientitos situados debajo de su labio inferior.
-Si –se apresuró a llegar junto a ella. Después de todo era lo menos que podía hacer después de haber quedado como un completo idiota.
-Eres mucho más guapo de lo que dice Alex –dijo la anciana fijándose en cada uno de los rasgos de Tom. Se agarró la barbilla intentando pensar en algo. Tom solo asentía fingiendo una sonrisa. En realidad se sentía estúpido- También estaba harta de cómo llegaba aquí a la casa a discutir sobre ti.
Tom hizo mala cara y le dirigió una mirada tentadora hacia Alex. Ella simplemente se sonrojaba y asentía completamente avergonzada.
-Hasta que le dije que estaba enamorada de ti –dijo por fin la anciana asintiendo felizmente mientras palmeaba su mano débilmente en la pierna de Tom. Ambos se miraron y volvieron a intercambiar una mirada rápida y fugaz sin perder el toqué electrizante entre ellos.
-¿Deberás? –se inquietó Tom y decidió continuar con aquello- ¿Qué más dijo de mí?
Solo desde ahí pudo sentirse cómoda y estar como en casa. La plática simplemente fluía entre los tres como el agua; Tan transparente, fácil y rápido –dependiendo del tema o del agua- que solo al final de cuentas, empezaba a sentirse tan cómoda que no veía la necesidad de irse a ninguna parte.
Solo en ese momento Tom comprendió la sonrisa que esto le ocasionaba a ella. Incluso él mismo podía estar hablando con ella durante horas y no se cansaba, aunque a excepción de su nana quien después de una sencilla hora sus ojos se habían cerrado por completo.
-Me ayudas a subirla –pidió Alex en un susurró tan audible que solo sintió tanta paz al no escuchar nada más que su única voz.
Finalmente la habían acostado arriba en su propio cuarto donde toda la casa daba la misma impresión y nada la hacía perder su toque. Le sorprendió el que su nana no se despertara a pesar de los golpes que se había llevado Tom por lo “frágil” que había resultado ser su nana. Aunque eso solo provocó risitas entre ellos.
-¡Vaya! –Exclamó Tom sin dejar de mirar tras el ventanal transparente como el solo estaba por ocultarse detrás de esas grandes colinas- es increíble estar en este lugar.
-Ven –lo tomó de la mano aun entusiasmada- aun quiero mostrarte a alguien demasiado especial para mí. Él fue un compañero y me ayudó en los momentos que más lo he necesitado.
Tom suspiró impaciente. Se sintió celoso al nombrarlo con orgullo y felicidad. Tal vez si solo la hubiera conocido antes yo hubiera sido ese compañero, pensó Tom en un momento de excusarse.
Alex deslizo uno de los ventanales y corrió por todo el campo verde extendiendo ambas manos sin dejar de girar.
No podía distinguir al amigo de Alex, miró a su alrededor y solo pudo distinguir un caballo. ¿Acaso se trataba de una broma?
Con un poco de miedo comenzó a caminar detrás de ella quien seguía corriendo a toda velocidad hacia el caballo. Llego hasta el caballo y lo montó de una manera fácil y sencilla para recorrer todo el campo verde con una velocidad sorprendente. Inquietado, continuó con el recorrido asombrado por la forma en que lo montaba. Solo en ese momento, justo en frente de sus ojos, una imagen tan visible y tan bella se posó sobre ellos. Alex montando su caballo al momento que el sol se escondía bajo las colinas. Tom se quedó perplejo y se sintió un punto negro en la historia. Simplemente se sintió que estorbaba.
A pesar de todo eso continuó mirándola montar a caballo. El caballo era color blanco y era demasiado bonito. Pues en su vida jamás había visto algo así.
Ella tomó a su caballo abrazándolo fuertemente con esa sonrisa en su rostro. Parecían estar conectados el uno al otro corriendo a toda velocidad por el campo verde; Su cabello se elevaba al vuelo del aire al igual que el cabello del caballo quien mantenía todo su equilibrio en correr.
-¿Quieres probar? –preguntó Alex quien no quitaba su sonrisa. Estaba demasiado divertida y algo exhausta. Casi pareció que ella había corrido todo ese recorrido y no el caballo. Qué locura.
-No, prefiero verte.
-No seas niña –lo retó con esa mirada juguetona- estaré contigo.
Tom lo pensó durante un segundo. Si caía podía estar seguro de que se iba a tratar de una caída muy fuerte. Sus ojos registraron el caballo intentando fijarse que no tuviera algún defecto.
-No seas gallina Tom –suplicó de nuevo extendiéndole su mano- ¿Confías en mi?
-Siempre –sonrió tomándole la mano para subir.
Fue algo nuevo y diferente. Tuvo que agarrarse fuertemente poniendo ambas manos sobre su abdomen. Sintió algo de calor; Su frente ya estaba comenzando a sudar a lo que ella simplemente soltó una carcajada.
-Agárrate fuerte –avisó gritándole sobre su hombro mientras está daba un pequeño golpe al caballo para que este comenzara a correr.
Tom se mantuvo rígido sin dejar de soltarla. Solo podía pensar en la caída que esto le iba a ocasionar. La velocidad a la que iban eran mil veces peor de lo que él imaginaba. Verlo desde lejos le parecía rápido, pero recorrerlos junto al caballo fue demasiado veloz. Esto ocasionó que los ojos de Tom automáticamente se cerraran. Solo podía sentir la brisa que chocaba contra su rostro y algunos mechones de Alex contra su mejilla.
-Está bien Tom –lo tranquilizó- ya puedes abrir los ojos.
Al abrirlos pudo comenzar a descubrí algo nuevo. Una adrenalina correr a gran velocidad por todas sus venas. Su palpitar a todo volumen y el sol escondiéndose bajo esas colinas. La sensación de estar montando un caballo no se comparaba para nada en la imaginación. La conexión que tuvo en ese instante con el caballo cambió todas sus perspectivas. Lentamente comenzó a soltarse de Alex extendiendo ambas manos. Todo en ese momento no se podía comparar nada con la realidad. Un momento que en su vida jamás había experimentado.
Solo el mundo de Alex lo conocía a la perfección y estaba decidido a adentrarse al mundo de ella. Desde ahí comprendió todo. Estaba seguro de estar con ella, estaba decidido a continuar y pasar cualquier obstáculo que se cruzara en su camino. “Por fin estaba seguro de lo que él realmente quería”
Por un segundo sus miradas se encontraron. Ella no podía creer lo que eso lo hiciera tan feliz. Y solo en ese momento sus labios también se cruzaron. Él la tomó fuertemente de su cintura sin dejar de besarla mientras que ella lo tomaba del rostro con una ternura que era casi perceptible entre ambos.
*****
-¡Increíble! –exclamó Tom asombrado cuando el caballo trotaba con calma. Ambos se habían adentrado juntos a un largo camino donde no parecía tener fin. El sol por fin se había ocultado pero algunos rayos del sol evitaban seguir al sol y seguían asomándose.
-Quiero mostrarte uno de mis lugares favoritos y es un lugar muy secreto para mí –dijo Alex quien no tenía la mirada fija adelante.- nadie sabe de este lugar y eres el primero en saberlo.
Tom se sintió orgulloso de ser el primero en ver algo que nadie podía ver. Aunque deseaba un millón de veces que el mundo necesitaba sentir esta gran experiencia. Al menos él había descubierto que estaba seguro de saber lo que quería y ya no albergaba la menor duda.
Alex volvió a golpear no muy fuerte a su caballo y anduvieron con rapidez hacia los ojos que apunta Alex. Esta vez él no pudo descifrar nada e su mirada, parecía estar neutra.
Aun así la abrazó fuertemente entrelazando sus manos hacia su abdomen delgado y anduvieron juntos más allá del campo. Cruzaron juntos el campo y se adentraron a un montón de arboles y campos de maíces; Incluso Tom se había golpeado con tantas ramas hasta que se resignó y decidió esconder su cuerpo bajo el de Alex. Ella los esquivaba a la perfección. Tom necesitaría práctica.
Después de otro largo recorrido por caballo –lejos de la cabaña y el campo verde- se adentraron a algo totalmente diferente, algo que ni el mismo Tom había visto en su vida. Cruzaron por un par de ramas para poder mirar un arroyo lleno de flores de colores y un rio bajas con tanta fluidez de una cascada. Piedras y muchos árboles alrededor le daban una decoración casi parecida a los cuentos de las princesas.
Ella se deslizó y bajó del caballo con una rapidez que apenas Tom pudo ver. Hizo lo mismo pero falló y cayó de pésima forma.
-Lo siento –se apresuró a decir Alex quien parecía estar perdida en un sueño. Estaba admirando el lugar como si apenas fuera la primera vez que lo viera.
-No te preocupes –Aun así Alex ya lo estaba ayudando a levantarse.
-Esto es parte de mi vida –dijo con un hilo de voz. Su rostro estaba totalmente deprimido y estaba seguro de que en algún momento ella se desvanecería. Estaba tan desbastada- también es lo único que me da vida.
Era sorprendente como aquel lugar le estaba pareciendo tan dolido y en la cabaña era más alegría sabiendo que este lugar era mucho mejor.
-Es… -buscó una palabra adecuada- lindo.
-Lo es –hizo una pausa y se adentró a sus pensamientos. En cualquier momento parecía que lloraría.- es uno de mis lugares favoritos y siempre recurro aquí para que nadie me encuentre y poder estar a solas conmigo misma.
-Ahora ya te puedo encontrar –bromeó Tom tomándola por sus hombros y dándole un beso en la mejilla.
Ella suspiró.
-Mi historia no es fácil de contar –su voz se quebró al instante y tuvo que dar varios respiro para no caer en llanto- Jess en algo tenía razón. Alguna vez fui una chica de malos modales. Incluso todo es lo puedo ver reflejado en mi hermana.
-No te estoy pidiendo explicaciones –le susurró al oído.
-Yo no quiero mentiras entre nosotros –le advirtió enfrentándolo cara a cara- quiero que sea una relación de verdad.
-Yo confió en ti.
-Y por eso deseo contarte esto. Ha sido parte de mi vida durante algunos años y hay momentos en que quiero gritarlo a todo mundo –hizo una pausa y luego continuó- pero…no puedes confiar en todo mundo. Yo también confío en ti y por eso quiero que vivas conmigo lo que te quiero contar.
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