Las realidades de la vida suelen ser impactantes para unos pero para otros les puede perjudicar de una manera pequeña. No todos actuamos de la misma manera o reaccionamos a algo que nos parece nuevo. Todos en esta vida soleemos ser completamente diferentes.
En uno de los pequeños lugares de Oberhausen, donde como siempre estaba rodeado de gente famosa que solo Alemania más conocía, se encontraba uno de los hermanos de la banda que más ha recorrido el mundo entero. Tom Kaulitz….
-Bésame más –le dijo esa chica que tanto lo deseaba en su mente a Tom Kaulitz- bésame, bésame más –le insistía en medio de suspiros.
La chica le siguió insistiendo a Tom quien se sintió totalmente presionado. La tomó entre sus brazos y comenzó a besarle lentamente el cuello. La chica se tranquilizó y fue entonces cuando quiso que su miembro descansara un poco. Llevaban poco más de tres horas continuas bajo la cama. Podía sentir como el sudor iba recorriendo poco a poco su frente. De pronto sintió la necesidad de descansar pero aquella chica sensual de cuerpo delgado y senos voluminosos le incitaba a seguir todavía más en esa relación.
-Cógeme –le gritaba la chica desesperadamente, algo que a Tom le gustaba más hacer y por supuesto eso le llegaba a excitar más.
La chica lo miró a los ojos y lo besó en los labios. Eso fue lo que más le gusto a Tom y por un momento se sintió enamorada de aquella chica y la deseó más que nunca. La tomó fuertemente por su torso enredándola por todo su brazo e hizo que un movimiento la satisficiera dejando escapar un pequeño gemido satisfactorio.
Tom jamás pensó que aquella chica rubia de ojos cafés llenos de vida lo inquietaran tanto. Pero ese pensamiento que tanto odiaba de nuevo lo visitaba. Aquel vacio que sentía después de dejar a una chica, algo que nunca saciaba su sed o su pasión. Era como si algo le hiciera falta.
Tom sintió que era un momento de descansar. Aquel pensamiento inesperado le había quitado las ganas de seguir adelante. Quitó su miembro cuidadosamente y le acarició su cabello suspirando.
-¿En que piensas? –le preguntó aquella chica no mayor de los diecisiete años- soy tan mala en la cama.
-No –rio por lo bajo y se sentó en medio de la orilla- Eres realmente buena-.
Ni siquiera él mismo pudo sentir orgulloso al decir aquel cumplido a aquella chica hermosa. Sus pensamientos cada vez llegaban con más intensidad y le impedían obtener una buena relación sexual.
-¿Entonces por que no continuamos? –le insistió la chica tomándolo por los hombros acariciándolo una y otra vez. Pero se daba asco él mismo por saber que ni eso mismo ahora lo excitaba. Su miembro ya no estaba a disposición y tomar pastillas azules de nuevo sería una lección que habría aprendido en la vida
-Se que te va a parecer tonto –él mismo lo creía de esa manera- pero no eres tu, si no yo. No te quiero hacer sentir mal, solo quiero acostarme y dormir.
-¿Quieres que me vaya? –preguntó aun en su voz algo de esperanza.
-No –respondió seco y amargo- quédate, pero ya no más sexo.
Algo molesta e incomoda, tomó las sabanas que cubrían poco su cuerpo y las coloco ahora en todo su cuerpo dándole la espalda a Tom.
Ahora él sintió la necesidad de arrancar de su mente lo que aquello le provoco. Las ganas de tener sexo eran tan adictas tanto como un cigarrillo en todas las mañanas.
No pudo esperar lo que usualmente hacía –levantarse entre las 8 o 9 de la mañana- y le colocó una pequeña carta que como siempre las colocaba justo debajo de la almohada que decía “Siempre serás mi único amor”
Se marchó cuidadosamente sin hacer ruido alguno que pudiera despertarla y se fue. No se asusto de ver como uno de los guaridas estaba cuidando la puerta de afuera. Tom le dio una pequeña señal con un gesto en el rostro y ambos bajaron a la recepción del hotel para pedir la camioneta.
Aquello era frustrante para Tom, aquel pensamiento cada vez perduraba más en su cabeza y explotaban al momento del sexo. Se desprecio. ¿Cómo podía destruir su adicción por el sexo solo por la simple razón de que eso al final le causara un gran vacio?
A pesar de la resaca que tenía y el sueño abundante que su cuerpo le pedía a gritos, no deseaba llegar a su casa para pelear con su hermano Bill, quien estaría completamente furioso al enterarse de que se había marchado en medio de la noche para tener sexo con una chica después de haber llegado del tour.
En la mente de él se difuso una pequeña imagen, quien lo recibiría a pesar de ser las 5:00 de la mañana. Su amiga Mina en quien siempre compartían el mismo cigarrillo todas las mañanas y todas las noches.
Los padres de Mina se encontraban la mayor parte del día trabajando. Era hija única y malcriada a la vez. Sus padres la consentían en todo lo que fuera posible y ella hacía lo que ella quisiera con su vida. Salía a noches junto con Gustav y con Tom.
Tampoco era sorprendente que la mayoría de los vecinos tuvieran el mismo problema. Aquellos hogares eran tan lujosos y enormes que nadie podía molestarlos. No podían envidiar algo que ellos probablemente tenían.
-¿Tu hermano crees que se enoje? –Preguntó Mina soltando una gran carcajada- por dios Tom ni que fueras su hijo.
Nada más sencillo era lo que podía pedir Tom. Ambos sentados en el patio trasero de la casa de Mina y un buen cigarrillo.
-Ya esta marcando mi celular –rió Tom mientras inhala un poco de su cigarrillo. Podía sentir como su celular que se encontraba bajo su bolsillo vibraba con mayor intensidad- debe de estar preocupado.
-Maldita sea Tom –pegó un brinco de donde se encontraba sentada- disfruta de este momento.
-Ohh perdón, olvidaba que tu me entiendes, que tu tienes hermanos –se burló Tom y contestó el celular.
Volvió a inhalar un poco de su cigarrillo y le puso los ojos en blanco a su amiga quien lo miraba atenta.
-¿Donde diablos te encuentras Tom? –Se quejó Bill casi gritándole- no puedes aguantar otro día sin que tengas sexo con una mujer. Debería de apachurrarte tus huevos de culo que tienes.
-¿Algo más? –inhaló de nuevo a su cigarrillo sabiendo que sus palabras eran más que crueles aunque intentaba disimularlo.
-Yo no se que mierda pierdo contigo –se enfureció mas Bill- eres un idiota inmaduro.
-¿Lo dice el que ha dejado a la chica quien podría estar cansándose ahora? –preguntó Tom al sentir que las ultimas palabras habían colmado su paciencia- déjate de estupideces y vete a la cama.
Tom colgó apagando su celular. La desesperación que ya estaba apunto de desaparecer ahora había parecido pero convirtiéndose en ira. Tom inhaló una vez más hasta agotarse el cigarrillo y lo tiró. Sus manos alborozaron su rostro y suspiró.
-No debiste contestar el teléfono –sugirió Mina sintiéndose incomoda- debiste hacerme caso.
-Bill en estos días ha sido de lo peor –confesó Tom con un sonrisa casi deseando que lo que decía fuera una simple mentira- desde que dejo a Neily se ha vuelto la persona más egocéntrica y furiosa que he conocido.
-Lo lamento –se disculpo mientras se sentaba a su lado y su brazo lo enrollaba por su hombro- pero de algún modo tiene que seguir adelante.
-Pero es lo más estúpido que ha hecho Bill –se quejó Tom- la amaba y la dejo ir por una de sus estupideces. Cree que hizo lo correcto y eso que por fin había conocido a una persona adecuada para él.
-Quizás –comentó Mina aun con su incomodidad pero se sintió comprometida por aconsejarle algo a su amigo- pero solamente podríamos entenderlo si miramos de la forma en como ve él las cosas.
A Tom le causo risa lo que su amiga decía. “Siempre lo hago” pensó Tom y se sintió culpable. Pero había algo en lo que no podía sentir, algo que deseaba saber que era lo que significaba estar enamorado de alguien.
-Recuerdas la vez en que tú y yo –Mina se detuvo y eso inquieto a Tom por lo que robó toda su atención. El rostro de Tom mostraba curiosidad y eso provocó que Mina continuara- tu sabes –se avergonzó y Tom se rió a carcajadas cuando supo de que se trataba- cuando tuvimos algo de …. Sexo –enarcó las cejas y sonrió.
-Como olvidarlo –remató Tom quien no había dejado de sonreír. En su mente ya figuraba aquella chica que estaba escapando al mismo tiempo que Tom deseaba escapar la misma noche en que tuvieron sexo.
-Cuando tu me viste abrir la puerta del hotel –se rió Mina y continuo al memorizar todo de nuevo- te dije que yo no deseaba nada serio contigo.
-Es cierto –admitió Tom con otra carcajada. Él pensó que tal vez esa fuera la única manera por la que ellos habían sido buenos amigos hasta ahora, por la simple razón de que no deseaban algo más- y te respondí de la misma manera.
Ambos rieron hasta desvanecer los ruidos en un simple viento que soplaba. Todo esto era lo único que Tom deseaba. Solo tranquilidad para no tener que enfrentar a su hermano cara a cara disgustados.
-Tengo que irme –dijo Tom después de un largo silencio- ya casi amanece y si no llego temprano lo más probable es que mi hermano salga con los cabellos de punta –se burló mientras se ponía de pie.
-¿Saldremos esta noche? –preguntó Mina que casi pareció que estaba suplicando.
-No lo se –respondió Tom mientras ambos caminaban hacia la puerta. Bill estará de malas y no me gusta empeorar las cosas.
-Vamos –suplicó Mina esta vez, pero con mayor intensidad- sabes que me encanta salir de noche, si el problema es tu hermano entonces llévatelo.
-No –se precipitó Tom a decir- estaría mentalmente loco para hacer ese tipo de cosas. Además –añadió Tom casi subiendo a su camioneta- cargar a otro hombre ya es bastante para mí –Tom señaló con los ojos a su amiga hacia atrás de su camioneta quien estaba uno de sus guardaespaldas esperando atrás de él.
Mina asintió con la cabeza mientras Tom cerraba la puerta de su coche. Intercambiaron una mirada rápida, pero la mirada de su amiga se perdió gracias a algo que le llamó la atención por lo que le siguió la mirada a su amiga.
Era su vecina, una chica de cabello largo y ondulado, era color castaño oscuro y tenía muy buena pinta. Salía de su casa hacía su coche que parecía haber salido de un basurero. Era modelo del año 1900. Algo a lo que Tom llamaría “Una chatarra”.
-Buenos días –saludó aquella chica con la mano mientras subía a su “chatarra”.
-Buenos días Alex –saludó Mina respondiendo de la misma manera.
El pensamiento de Tom no dejaba de cesar y prefirió llegar a su casa. No podía concentrarse en cosas ni mucho menos en lo que Mina le había dicho a Tom justo cuando esa chica se marchó.
-Hasta luego Mina –se despidió Tom con una sonrisa y encendió su camioneta- prometo llamarte en caso de que desee escaparme de nuevo.
-De acuerdo –asintió Mina mientras veía partir a Tom.
Sentía la necesidad de que un amargo sentimiento lo embargara en ese momento y que algo lo hiciera detener para no tener que enfrentar a su hermano gemelo, con quien justas razones, tendría algunas excusas que eso alteraría la paciencia que Tom no tenía.
Dio un suspiro largo antes de estacionar su camioneta y bajar cuidadosamente como siempre lo hacía. Eran aun poco más de las seis de la mañana y solo se podía ver como algunos rayos del sol ya comenzaban a iluminar con fuerza el vecindario. Agradeció por dentro el que la casa de Mina no se encontrara muy lejos y que eso no fuera un impedimento para tardarse.
Abrió la puerta y se dio cuenta que estaba emparejada. “¿No la habré cerrado?” se preguntó Tom y empujo la puerta lentamente, quien con ayuda del viento se pudo abrir con mucha agilidad pero todo parecía estar bastante en su lugar.
Se tranquilizó y subió con todas las calmas a su dormitorio, aun lado del cuarto del de su hermanito. Pero captó enseguida una voz diferente que no se trataba de Gordon ni de su madre, ni siquiera la de su propio hermano. Era una mujer, de eso estaba seguro.
Se paralizó y se quedó quieto en medio de las escaleras donde sus oídos cada vez captaban con mayor intensidad de donde provenían esas voces y de lo que tanto hablaban.
-¿Qué dices? –Preguntó una vez donde Tom pudo identificar de que esa voz se trataba de su hermano- ¿A dónde se fue?
-A los Ángeles –respondió la chica quien parecía lamentarlo- de verdad lo lamento tanto Bill, pero ella pensó que esa era la única forma de olvidarse de ti. Es lo que tu pediste ¿o no?
-Si –Bill titubeo un poco y casi Tom pudo imaginar como su hermano se desilusionaba- pero no creí que se fuera lejos de mi alcance. Al menos no tanto.
-La llamare si eso te hace sentir mejor –dijo después de una larga pausa. Podía sentir como su cuerpo cada vez se debilitaba. Estaba acostumbrado a sentir lo mismo que su hermano sin entender las razones.
-No lo hagas –respondió Bill a penas duras- eso solo lo hará mas difícil, pero gracias por preocuparte.
-Prometo visitarte seguido –le prometió la chica con voz alegre- me tengo que ir a trabajar.
No hubo tiempo de reaccionar. Cuando Tom estaba apunto de mover un pie, ambos miraron a Tom confundidos y con una mirada aterradora. Se tranquilizó antes de que sus nervios atacaran y se dirigió a su habitación sin dirigirle una sola palabra a su hermano.
Sabias que??? (*2) CAPITULO NUNCA ANTES VISTO
-
Bueno me gustaría poder redactar como hubiera sido el final de la historia
que apareció en mi cabeza desde un principio. Y antes de que puedan
preguntarse ...
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