Cuarta Temporada

Para entender esta historia! deberas leer la Primera (living without limits 1) y segunda (living without limits 2) temporadas!!
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Cap 4

Alex continuaba perdida en sus pensamientos. Miraba con detalle el cielo que iluminaba con mayor intensidad las estrellas. “Es una lástima que la misma contaminación oculte esta hermosura” suspiró para sí misma.

Entró a su casa donde le guardaban tantos regaños de su propia hermana. Estaba molesta por no haber usado el vestido que le pidió y por el rostro que solo era más que solo sinceridad. Se negaba a ir a ese tipo de lugares.

Pero su propia conciencia la comía cada vez más cuando pensaba en su abuela. Estaba enferma, y decirle que se iría de fiesta fue lo peor que le había hecho alguien. Sintió preocupación al no saber nada de ella o a lo que pudiera ocurrirle.

Se rebozó entre sus manos un pequeño suéter. Sintió un enorme escalofrió y comenzó a sentir un fuerte dolor en el estomago. Se sentó y comenzó a dar leves respiraciones para poderse tranquilizar. Para ella su tiempo era tan valioso y estar en una fiesta solo la hacía sentir enojada y frustrada al no poder hacer nada.

La lástima que albergaba en su mente de no aceptar el regalo de su hermana la invadía. Solo lo hacía por ella y solo provocaba un enojo mayor cuando intentaba contárselo.

La puerta de su casa se encontraba completamente abierta por lo que pudo distinguir dos grandes figuras delgadas. Las amigas de su hermana eran solo belleza. Niñas ricas que vivían cerca de estas viviendas y con el único permiso de entrar a ese tan lujos lugar.
Sheryl, quien tenía el cabello pelirrojo con una tez blanca y delgada. Su busto y su rostro siempre habían lucido plástico.
Y su otra amiga era Carol, quien era rubia completamente llena de rizos. También su tez era blanca, se podría decir muy pálida pero su belleza siempre fue natural

-¡No puedo creer que hoy sea tu cumpleaños! –Exclamó divertida Sheryl- ya podrás entrar al lugar y te gustara –aseguró la chica mientras le guiñaba un ojo.

-Olvídate del lugar –respondió incrédula Carol- los chicos están al cien por ciento de su capacidad –se detuvo un instante y se acercó a Alex como si fuese un secreto- tu sabes a lo que me refiero.

Alex se quedo con los ojos como platos y se quedó inmóvil. Las ganas de lo poco que le quedaban, habían desaparecido por el terror que se la había formado en la mente. Lo que menos deseaba era un chico.

-Basta –intervino su hermana que venía desde la cocina- les dije que era bastante tímida –regañó Sarah a sus amigas.

-Los sentimos –respondieron ambas riéndose y mirando a Alex un poco maliciosas.

Alex tragó saliva e intentó ponerse de pie. Jamás creyó que aquello le causara tanta dificultad. Sus pies de repente le parecieron pesados. Su respiración se volvió más lenta y sintió la necesidad de ir al baño.

-No seas exagerada –le gritó su hermana cuando subían al carro- intenta ignorarlas.

“De haber sabido, lo hubiera hecho antes” pensó y se limitó a mirar adelante. Subió a la camioneta que su padre le había regalado a Sarah. Una camioneta lo suficientemente grande y envidia para muchos vecinos. Era color negro y último modelo.

Su corazón de estar al límite de no moverse, se movió rápidamente cuando en sus ojos se difuso la imagen del lugar. Se aterró y se sostuvo fuertemente de su asiento. Quiso disimular un poco por la presencia de su hermana y continuo haciendo sus ejercicios de respiración.

Todo le pasó demasiado rápido. Sus pies ahora le parecieron ligeras y el movimiento del aire le volvió a causar un fuerte escalofrió. De forma automática se enrolló sus manos hasta sus brazos y cerró los ojos. Realmente le aterraba entrar aquel lugar.
Podía escuchar desde atrás como las dos chicas venían riendo a carcajadas. Su hermana permanecía adelante con pase de identificación. Ella más que nada sabía que entre su hermana y ella había mucha diferencia de lo que muchas personas pensaban.

A diferencia de toda la gente que hacía fila para entrar y que dos personas grandes cubrían la mayor parte de la puerta, ellas tuvieron que subir unas escaleras pequeñas. Solo una persona cuidaba y se encarga de revisar sus identificaciones.

-Identificación por favor –les pidió el guarura con voz ronca.

Desde ahí pudo escuchar la música y las luces de colores que salían del lugar. Tragó saliva antes de entrar y visualizo a la mayoría de las personas. Estaba grande y espacioso. Alfombrado con un azul turquesa. Acceso a la barra y mesas a las orillas de un enorme balcón que daba hacia la gente que se encontraba hacia abajo. Más al fondo habían otras escalones, donde sí algunas mujeres tenían suerte, uno de los que se encontraba arriba podía subirlas con mucha facilidad.

Ella lo vio como un lugar más que solo sexo. Parejas que se acariciaban y besaban. Otras bailaban demasiado juntos al ritmo de la música. Y otros solo platicaban normalmente. Eso la tranquilizó.

-¿Les parece bien este lugar? –preguntó su hermana apuntando hacia una de las mesas vacías-.

-Claro –respondieron emocionadas Carol y Sheryl que casi pareció que trotaron para llegar hacia ella.

Alex suspiró y puso sus ojos en blanco. Se sentó y su atención la robó la gente que estaba abajo bailando. El ambiente parecía estar abajo. Su cabeza se apoyo en su mano y jugó con el popote de la bebida que le acababan de traer, que no le apetecía en lo absoluto.

-Conocerás chicos nuevos –le dio un codazo Carol a Alex y se rió.

Sarah y Alex intercambiaron una larga mirada. Su hermana se disgustó y le volteó la cara. Eso fue lo que la hizo sentir más mal y aprovechó en tomar su mano que se encontraban apoyadas en su vaso.

-Tú sabes porque estoy así –trató de explicar Alex su comportamiento-.

-Que te costaba dejar a un lado tus pendientes para que merezcas un descanso –se quejó Sarah- ¿Qué tienes que hacer para que de veras tengas un maldito descanso?

-Mi abuela está enferma –trató de defenderse- a ella es a quien le debemos la vida ¿O ya se te olvido?

-Claro que no –admitió avergonzada y dio un sorbo a su vaso- simplemente te quiero dar a entender que todos merecemos descansar.

-Si yo no la cuido ¿Quién lo hará? –Preguntó Alex quien trataba de contener sus lágrimas.

Hubo un gran silencio entre ambas. Sarah hizo una mueca y se rostro se volvió duró y amargo.

-No me importa lo que tenga que hacer. Tu deber no es cuidar a mi abuela. Sé que le debemos mucho pero no tienes porque pagarlo de esa manera.

Antes de que Alex pudiera hablar por lo ridículo que le había parecido su excusa. Ambas amigas las interrumpieron.

-Chicas no se peleen –dijo en forma divertida Sheryl- ya vieron quien está por allá –trató de cambiar de tema. Eso enfureció a Alex.

Todas siguieron la mirada donde apuntaba su amiga. Se trataba de Tom Kaulitz que venía acompañado de uno de sus amigos Gustav y de una chica que ella desconocía. Supuso que sería su novia pero ni eso hizo que le arrancaran el pensamiento de su abuela.

-Escuché que una amiga tuvo sexo con él –comentó Carol- dice que es muy bueno en la cama.

-Lo odio –intervino Sarah mientras lo fusilaba con su mirada- todo el tiempo lo veo cerca de mi vecina Mina, la chica que se encuentra con ellos.

La mirada de Alex se volvió a perder entre toda la gente de abajo bailaban sin parar. El lugar parecía que estaba a punto de reventar. “Había demasiada gente”

-Ni por qué es Martes la gente descansa –comentó Carol al ver lo perdida que estaba- pero tu deberías de conocer un chico.

-Ahí está el chico – apuntó Sarah exaltada- ese es el chico que queremos presentarte Alex.

Alex volteó tímida. Supo enseguida que aquel chico no estaba bastante mal. Pero incluso sus nervios la harían quedar más pésimo de lo que ya se encontraba.
Aprovechó que todas prestaban más atención a ese chico para alejarse de ella cuidadosamente. Sarah, su hermana, continuaba haciendo señas con la mano y casi pareció haberla escuchado gritar.

Se perdió entra la multitud de gente que permanecía bailando y fue entonces cuando en sus ojos apareció la barra.
Se dirigió hasta ahí con tanta seguridad de que lo pudo haber creído y se sentó agotada.
Echo un vistazo a la mesa de su hermana y le pareció extraño que su hermana no la buscara. Hablaba felizmente con el chico pero sin una pizca de mal humor.

No le importo y se dirigió al mesero que estaba en frente de ella. Aquel hombre era alto y su sobre peso la asustaba pero eso no negó su ansiedad por una bebida. Le fue extraño sentir lo aborrecida que estaba con la bebida que antes estaba en su mesa y que de pronto sintiera las ganas de tomar una bebida. Pidió que le dieran una bebida que tuviera un poco de alcohol. Nada mejor haría calmar sus nervios en ese momento.

Miró la bebida como si quisiera ver a través de ella y suspiró antes de beberla por completa. Sus ánimos se habían evaporado y no quedaba nada en ella. “Lo que menos deseo es un chico” dijo después de tomarle al vaso a fondo.

-¿Puedo sentarme junto a ti? –preguntó una voz a sus espaldas. Había sonado una voz varonil.

Ella no pudo sentirse más avergonzada. Aun sin poder reconocer a la persona que había preguntado, quería que la misma tierra la tragara. Su vaso lo tenía sobre sus labios y sentía como su rostro lo sentía más caliente.

Puso el vaso de golpe sobre la mesa y se limito solo a respirar. Cerró sus ojos con suavidad y su mente se le dibujo aquel chico que sus amigas y hermana deseaban que conociera. Ahora sabía perfectamente porque no se molestaban en buscarla. Sintió haberles facilitado su plan.

-No sé lo que te hayan dicho las amigas de mi hermana –respondió con decisión tratando de ocultar su timidez- pero en estos momentos quiero estar a solas.

Miró el vaso de nuevo y sintió la presencia de aquel chico a su lado. Tomó aire y se giró lentamente hacia él. Se quedo con los ojos como platos cuando la persona que estaba su lado se trataba de Tom Kaulitz.

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