El viaje era demasiado tedioso y el sol ya se había colado sobre sus rostros. Habían pasado tres horas sentados en el vehículo. Ni siquiera podía salir a comprar algo como lo hacían en las giras cuando estos iban en los camiones.
Alex cada que podía, miraba a Tom. Estaba enfadado y sus ojos estaban a punto de cerrarse. En una oportunidad que tuvo, volvió a mirar a este para saber ¿Que estaba haciendo para no quedarse dormido? pero solo pudo ver su rostro apagado mientras su mirada se dirigía hacia la ciudad. Como si fuese la primera vez que viniera este lugar y este no parara de ver a sus alrededores.
Jamás pudo comprender como aquellos ojos tan pequeños y redondos no fueran capaces de cerrarse tan pronto.
Conduciendo por la carretera se preguntaba Alex como podría animarlo, ya que de algún modo, no le serviría de nada llevar a Tom exhausto cuando en realidad lo necesitaban.
Encendió la radio sin dejar de mirar hacia la carretera y trató de buscar una señal lo suficientemente buena para que Tom no se durmiera.
¡Eso es! Exclamó dentro de sí misma. Chasqueó los dedos de forma automática y su sonrisa sincera se desvaneció por todo su rostro. Era una canción de ellos, una canción que en ese tiempo ya había pasado un poco de moda pero aun así intentó tararear la canción con la única intención de lograr una sonrisa por parte de Tom. La risa era la única alternativa para borrar el insaciable sueño de Tom.
-Vamos Tom –gritó emocionada Alex mientras se movía de un lado a otro. Cantaba la canción sin sabérsela y le pareció un poco absurdo a Tom- No me digas que no te sabes esa canción –lo tentó para que Tom pudiera demostrar que sí podía.
Pero Tom parecía haberse escurrido de su asiento hacia abajo. Estaba avergonzado por la actitud tan drástica de aquella chica. Con una mano intentó cubrirse el rostro para que nadie pudiese verlo. Pero eso solo logró que Alex subiera el volumen del carro y al mismo tiempo su voz.
-“Automatic” –cantaba Alex sin para de moverse. Tomó a Tom de su brazo e hizo que se sentara de forma correcta- vamos, canta conmigo –rogó Alex sin dejar de sonreír.
Si no lo hacía, jamás me dejaría en paz, refunfuño Tom por dentro. Estaba a punto de cantar en voz baja, pero la vergüenza evitaba una escena futura desastrosa.
Alex volvió a rogar, esta vez un poco más seria al no haber respuesta por parte de Tom. Suspiró antes de adentrarse a la peor vergüenza de su vida y con mucho esfuerzo dijo la palabra “automatic”
-Bienn –gritó emocionada Alex aplaudiendo con ambas manos. Lo cual hizo que el automóvil perdiera un poco el control. Tom sujetó el volante deprisa y lo hizo girar en forma recta.
-Yo cantare y tú manejas ¿De acuerdo? –propuso un poco preocupado Tom mientras que Alex no paraba de reír.
-Está bien –accedió ella esta vez soltando varias carcajadas- cántame la canción.
Tom soltó lentamente el volante antes de cerciorarse de que ella ya lo tenía en sus manos. Apretó sus labios y movió su piercing –del cual siempre hace cada que está nervioso o tiene sexo- e intentó que las palabras fluyeran de forma lenta.
-Automatic –dijo tímido sin ningún ritmo a la música. Alex no le agradó y soltó el volante para cruzarse de manos. Tom entendió el juego y comenzó a cantar a penas duras.
Alex no perdió tiempo para agarrar el volante sin parar de sonreír. Aquello le estaba pareciendo una escena demasiado divertida. “Ver a Tom cantar, no tiene precio” pensó sin dejar de mirar a Tom de reojo quien ya estaba cantando al ritmo de la canción.
Más de la mitad de la canción y Tom ya estaba que cantaba a todo volumen.
Tom no pudo evitar reírse de sí mismo y de lo ridículo y estúpido que esto le parecía.
La canción había terminado, pero aun así ellos no paraban de reírse.
-No es tan difícil después de todo –comentó Alex orgullosa por haber logrado su objetivo- deberías cantar junto a tu hermano.
-No –negó Tom con la cabeza y la miró- mi único amor en la vida es…. –miró a Alex coqueteándole y eso provocó que aquella chica se intimidara- … la guitarra, y no la dejaría por nada.
Alex suspiró y casi sentía que su rostro estaba colorado. Se moría de la vergüenza, pero aun así disidió seguir en la conversación.
-En la vida tenemos que lograr cosas diferentes ¿No crees?
-Quizás –respondió Tom quien no dejaba de mirarla- pero ahora más que nunca me siento conforme con lo que soy y hago en mi vida.
La mirada de Tom le pareció a Alex demasiado fuerte. Sentía que en algún momento voltearía hacia otra parte si trataba de evitar su mirada, pero no fue así. El momento que antes le había parecido divertido o tedioso, se estaba convirtiendo en incomodidad. Tom la estaba intimidando con la mirada.
Tragó saliva antes de mirar hacia Tom, pero temió por demostrar debilidad.
-¿Quieres que nos detengamos? –sugirió Alex con la boca seca quien intentaba que Tom mirara hacía otra parte. Le faltó el aire y el agua al mismo tiempo. Imposible detener esa ansiedad por no tener ambas cosas.
-Vaya –dijo Tom enarcando sus cejas- creí que nunca lo dirías.
Sintió un gran alivio el que ella solo deseara deshacerse de su mirada. Le aterraba tener que vérselas con eso y no quería que él lo supiera.
Justo cuando pudo orillar la camioneta, trató de dar respiros leves discretamente. Aun sabiendo que Tom no estaba dentro de la camioneta, podía voltear en cualquier momento y se arruinaría todo.
Justo como ella predijo, Tom dio media vuelta bruscamente –que se dirigía a un supermercado cercano- y se acercó a su ventanilla.
-Ni siquiera te pregunté si querías algo –se rió Tom recargándose sobre la puerta sin dejar de mirarla.
-Escoge lo que quieras –se apresuró a responderle para que se fuera.
-De veras no quieres algo en especifico –insistió sonriéndole y un poco confundido al ver su actitud apresurada.
-De hecho –apretó los labios haciendo una mueca asqueada intentando bloquear su mirada- no tengo hambre así que prefiero esperarme.
“Ya vete” quería gritarle, pero sus pensamientos eran los únicos capaces de escuchar esa frase. Tom asintió lentamente cruzándose de brazos.
¿Por qué de pronto se volvía tan arrogante o gentil? Se preguntaba Alex mientras miraba de espaldas como Tom se encaminaba al supermercado. Y aprovechaba respirar con lentitud el único aire que ahora le parecía tan fresco. ¿Qué está ocurriendo conmigo? Se preguntó mientras apretaba con fuerza el volante.
*****
Lizzi, quien estaba orgullosamente feliz de que su primer sobrino estuviese por nacer, no paraba de mirarse al espejo. Unos poco meses más para que estuviese con nosotros, pensaba ella mientras se alaciaba el cabello. Estaba un poco más arreglado de lo normal, y por supuesto estaba vestida como chica fácil. Si quería volver con Tom haría lo que fuese que estuviese en sus manos para tenerlo.
Incluso, su conciencia no la dejaba tranquila los primeros días que estuvo con Gustav. No era fácil poner celoso con su amigo y más si ese truco tan famoso había fallado. Era lógico que Lizzi no tenía planeado decírselo a nadie ni mucho menos a su amiga.
Se dio unas palmadas en sus mejillas para quitarse un poco de rubor que se había colocado de más. Se estiró un poco el mini-short que lo sentía ajustado y su blusa –color rosa con encajes pequeños en las orillas debajo del busto- intentó cerrarle su escote que no hacía más que problemas, pero era más que suficiente para tentar a los hombres.
Se miró por una última vez en el espejo y se encaminó hacia la puerta principal. En este día tenía que sacar provecho ahora que sus padres no estaban en casa.
Tomó el coche de su madre y se dirigió a la casa de los Kaulitz.
Entrar no sería problema. La conocía cualquiera que trabajara ahí gracias a Neily.
Mientras manejaba, planeaba una excusa para haber una charla entre Tom y ella. Había una opción y le facilitaría mucho las cosas, pero no estaba segura de sí estar haciendo lo correcto. Usar a una amiga como excusa tiene que servir de algo, se excusó al estacionarse cercas de la casa de los twins.
-Buenos días –saludo amablemente con la cabeza uno de los que cuidaban la entrada principal. El tipo no era indiferente a los guardaespaldas de los twins-.
Lizzi sonrió amablemente en forma de respuesta. No sabía si entrar a la ligera o preguntar directamente si se encontraba Tom.
-¿Está alguno de los Kaulitz?- preguntó escogiendo la primera opción para no ser tan obvia- me urge hablar con alguno de ellos.
El guardia la miró como si lo estuviese pensando. Lizzi, intimidada por la forma en la que el tipo la miraba –ya que su vestidura llamaba un poco la atención- se precipitó a pasarse de largo ignorando la vista del sujeto quien no paraba de verla.
Antes de tocar a la puerta, se acomodó sus ropas y su cabello, alborotándolo un poco. Tocó la puerta insegura muy lentamente. ¿Qué le diría?¿Qué pensaría? ¿Qué haría? Todas sus preguntas se habían venido como una avalancha que no terminaba o no parecía haber fin alguno. Su respiración se hizo lenta y antes de que pudiera pensar las cosas mejor e irse, se abrieron las puertas.
-¿Lizzi? –escuchó su nombre. Estaba dándole la espalda y estaba avergonzada por saber que el que la sorprendió no había sido Tom, sino su hermano Bill.
-¡Bill! – Exclamó sonriendo forzadamente e intentó calmarse antes de que el pánico le invadiera- ¿Cómo estás? –preguntó en un intento de pasar casualmente. Aunque ahora deseaba haber vestido como se debe.
-Bien –contesto Bill confundido al mirar su atuendo- supongo que buscas a mi hermano –vaciló un poco pero abrió la puerta para que la dejara entrar.
-Supones bien –respondió sin borrar la sonrisa forzada- ¿si se encuentra? -preguntó mientras entraba a la casa. Sus ojos comenzaron a buscar frenéticamente indicios de que estaba Tom, pero no encontró nada.
A sus espaldas podía escuchar como la puerta se había cerrado. Demasiado tarde para huir, se quejó.
-Honestamente no creo que lo encuentres –dijo Bill después de una búsqueda fallida en los ojos de Lizzi- y menos ahorita –articuló con cierta ironía.
-¿Menos ahorita? –obligó a que se explicara.
-Está saliendo con una chica –la palabra “chica” fue como un puñal que le clavaba justo en el corazón. Sintió rabia- viaja a un hospital cercano –continuó Bill- aunque acabo de recibir un mensaje de él donde dice que irán otro lugar.
-Con una chica –dijo Lizzi con dificultad recalcando las palabras que más le dolieron.
Lizzi, con cierto enojo, siguió caminando de forma automática hasta encontrarse con algo nuevo y confuso.
-¡Aliz! –Exclamó sorprendida Lizzi deteniéndose bruscamente- ¿Qué haces aquí?
A lo que Aliz sonreía de oreja a oreja sentada cómodamente en uno de los sillones principales de la sala. Sus manos acariciaron el sillón hasta estirarlos completamente sin despegarlos de este, solo para demostrarle a Lizzi lo cómoda que se encontraba y lo feliz que estaba.
1 comentarios:
oooooooooooooooo
quien sera me dejaste con la intriga
jejjejej
esta superrrrrrrrrr
siguela
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