Cuarta Temporada

Para entender esta historia! deberas leer la Primera (living without limits 1) y segunda (living without limits 2) temporadas!!
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Cap 18

Los Ángeles, california

Lo extrañaba, y mucho. Mi corazón latía con precisión y mi estomago se revolvía cada vez más conforme pensaba en él. Temía que le sucediese algo al corazón de mi bebe pero no podía quitarme la idea, de que hacer esto sola, de alguna forma me afectaría a mí y a mi futuro bebe.

Como todas las tardes, me sentaba a mirar como el sol ahora se levantaba desde muy debajo de la ciudad. Era maravilloso presenciar algo así y más por la vista que nos favorecía en algo.

Suspiré exhausta, lo extrañaba y a veces ya me costaba recordarlo. Había veces en las que solo quería tomar mis cosas y llegar de nuevo a mi hogar y volver a los brazos de él. Pero la historia no se trataba de que yo fuera la que quería separarme de él, si no él de mí. Él había tomado esa fácil decisión de dejarme.
¿Y si le llamo? Pero en seguida me arrepentía a esa absurda pregunta.
Trataba de caminar despacio intentando pensar en el futuro. Me daba miedo, pero no era más que la verdad.

-Lamento que no tengas un padre –le susurré acariciando muy lentamente mi abdomen. Me alegraba un poco el hecho de que mi bebe estuviese dándole forma a mi estomago. Me parecía poco creíble que un ser permaneciera dentro de mí, que un mismo corazón latiera dentro de mí y que se alimentara de mí.
Me aferré a la idea de perder a alguien así. No sabría cómo reaccionar a otra perdida de bebe o alguna cosa que fallara. Fue entonces cuando me prometí cuidarme lo mejor posible, de no hacer ningún esfuerzo aunque me obligaran, de no hacer nada en contra de mi bebe, absolutamente nada.

Me detuve en frente del espejo, deteniendo todo tipo de pensamientos herrados a Bill. Miraba como con fuerza, me mantenía aferrada a mi abdomen sin querer soltarlo. Estaba completamente desnuda, pero no me importaba, me gustaba mirar de vez en cuando la forma en la que iba teniendo mi bebe.
Aunque por otro lado, había terminado de darme una ducha para dirigirme al trabajo.
Pero eso no era por lo que pensaba más en mi bebe y en Bill. La respuesta a todas mis inquietudes del día de hoy era el eco. Exactamente hoy sabría el sexo de mi bebe. Cuatro meses había esperado este inquietante momento, pero me entristecía de saber la buena noticia sola, sin nadie que se alegrara. Sin padre que estuviera apoyando.

El ruido que hizo Lydia al tocar sus uñas a la puerta llamándome, me causo una gran susto. Tomé mi bata algo norteada y conseguí abrir la puerta rápidamente antes de que está sospechara lo que estuviese haciendo.

-¡Vamos! –exclamó al verme con una bata sobre mi cuerpo. Me reí- Llegaremos tarde como siempre y parece que hoy harás algo diferente.

La palabra diferente me quitó de inmediato la sonrisa que estaba a punto de aun esparcirse más. Pero ella solo caminó a su habitación para encontrarse con su amigo el espejo para volver a maquillarse. La seguí.

-Explícate –la obligué recargándome sobre su puerta mientras la miraba con recelo- Que es lo que te han dicho exactamente.

-Exactamente –lo pensó mirándome fijamente, pero después volvió a mirarse frente al espejo continuando maquillándose los ojos, acompañados con un poco de rímel- exactamente no lo sé, pero entrevistaras a una banda alemanda.

-Alemana –grité horrorizada manteniendo un poco la postura. Miles de preguntas se me vinieron a la mente de escuchar solo eso. Pero solo una pregunta frecuente que la utilizaba desde que conocí a Tokio Hotel era… ¿Por qué a mí? –No –negué desesperada. Me callé la boca antes de pronunciar maldiciones.

Esto no podía estarme pasando, no de nuevo. Corrí desesperada a mi habitación en busca de una blusa que fuera lo suficientemente grande para ocultar mi pansa. Habían una blusas nuevas que había comprado anteriormente sabiendo el crecimiento increíble de mi embarazo. Busqué lanzando todo lo que fuera exageradamente para maternidad. Me probé todo tipo de blusas y solo podía ver una enorme barriga en mi estomago.

-No iré –le grité a Lydia desde mi habitación- por favor diles que estoy enferma.

-No seas ingenua –dijo apareciendo en mi habitación ya arreglada para irnos. Me sentí fatal y las piernas ya no las pude sentir- mira está blusa, te quedará bien, además este es un paso muy grande, quizás hasta subas de puesto o algo parecido.

-No lo quiero –dije sin ánimos mientras me miraba al espejo. Lydia me ponía la blusa difícilmente, no podía entrar en ella pero de alguna forma pudo entrar.

-Y si Bill me ve …. –las palabras quedaron al aire. De ninguna forma Lydia pudo ocultar esta barriga y no había tiempo para más pruebas. Mi cabello lo recogí de una forma sencilla y mi maquillaje fue muy sencillo.

-Es tu imaginación –Dijo Lydia una vez que estábamos en el carro. A pesar de que sus palabras no me fueran creíbles, no aceptaba la idea de volver a verlos o de que hubiese un reencuentro.

“Aunque sea George me hubiese marcado para avisarme” pensé de una forma resignada. Mi corazón y mis manos estaban igual de temblorosas. Mi pie estaba inquieto y no paraba de golpearlo contra el suelo. Eso irritó a Lydia.

Dentro del edificio solía venir y llegar de vez en cuando, pero ahora lo miraba diferente. Toda mi cabeza me daba vueltas y no podía ni respirar. Casi sentía que en algún momento caería hasta el suelo y hacer peor la escena con Bill.

-Te están esperando –salió de pronto Lydia tomándome del brazo y llevándome hacia donde estaba la sala para entrevistar a los artistas. El corazón estaba a punto de detenerse. Cerré los ojos de una forma brusca antes de poder ver aquellos rostros que ahora tanto temía. ¡Dios mío! Grite con tanta fuerza para quedar avergonzada a varios jóvenes alemanes donde, fue ahí donde estuve segura de que no se trataba de ellos.

Me calme y traté de evitar miradas horrorizadas por la niña berrinchuda que estaba a punto de entrevistarlos.

-Lo siento –pude articular con mucha vergüenza- fue una… –intenté hallar las palabras adecuadas- rara confusión –solté no muy segura de aquellas palabras. Al final les sonreí muy educada para empezar con la entrevista.

******

Suspiré una vez que salí de aquella entrevista horrorosamente avergonzada. Me recargué en una de las paredes que estaban cercas y me volví para sí antes de mirar a las personas que pasaban junto a mí y mirarme con cierta confusión. No me importó ya nada.

-¿Cómo te fue? –Preguntó Lydia quien estaba esperando cercas de mi oficina- supongo que ya estas mejor.

-Tu sabias que no se trataba de Tokio hotel –pregunté desconociendo la respuesta. Pero todo me pareció indicar un “si”.

-Quizás lo supe –dijo insegura y después se rehusó a mirarme-.

-No puedo creerlo –puse los ojos en blanco y me dirigí hacia la salida dando enormes zancadas. Sabía que ella me seguía detrás de mí y continué- me dejaste morir sola por horas –me quejé casi gritando y agitando mis manos. Imposible detenerlas- estaba frustradas y no dijiste nada.

-Lo siento –se encogió de hombros pero luego volvió a reír. Volví a poner los ojos en blanco y suspiré llena de alivio.

******

Llegar a mi habitación sabiendo que mi imaginación casi me mataba por pensar que habían llegado ellos casi me mató. Me sentí triste, confundida y de repente me pregunté ¿Por qué estoy triste? No lo vi ¿acaso no era eso lo que yo quería?
No, dije pasiva y muy cansada. Me arrastré por debajo de mis cobijas de la cama más suave de la que pude haber estado jamás y me revolqué en ella. “Realmente quería verlo” hice un puchero y una sorprendente lagrima comenzó a brotar por mi mejilla. No era común en mi vida diaria verme sufrir, creía haber estado acostumbrada pero todo me sorprendía, que incluso a veces los golpes llegaban con más fuerza.

-Estas bien –tocó Lydia la puerta al verme de una manera desastrosa- sé que es común en ti verte así pero a veces me preocupas.

-Realmente quería verlo –articulé con un nudo en la garganta. Mi voz sonó pesimamente ronca. Mi rostro lo ahogué sobre la almohada y dejé que las gotas brotaran solas.

-ohhh…. Lo lamento –caminó lentamente hasta zambullirse conmigo en las cobijas. Supe que intentaba mirar mi rostro y después de varios intentos logró verlo.

Por su gesto, imaginé que lucía pésimo, pero de nuevo no me importó. Di un brinco sobre la cama sentándome como pude. Limpié de mis rostros las lágrimas que estaban a punto de brotar.
Mi mente sin desearlo, vagó por unos instantes sobre los recuerdos que más amé en toda mi vida. Estar dentro del estudio con los chicos.

-Que pasa –me dio un pequeño empujón Lydia con su hombro hacia el mío una vez que ella había logrado la misma postura que yo.

Negué con la cabeza al instante. Estaba a punto de responderle un “nada” pero a la vez deseaba contarle el primer beso que nos dimos Bill y yo. Sin duda alguna era inolvidable.

-Solo recuerdo –articulé con gran dificultad y tratando de crear una sonrisa sincera- mi primer beso con Bill, fue maravilloso.

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