-¿Qué quieres? –preguntó Lizzi confusa-.
-Me gustaría hablar contigo sobre alguien –su voz eran tan seductiva y segura de sí misma- me preguntaba si conoces a Tom Kaulitz. Me refiero en persona ¿Has hablado con él?
-Si –respondió confundida-.
-Bueno es que no sabía si estaba segura de que lo conocías.- de pronto la vio tan insegura que ya no supo que pensar- Te vi hace rato que estabas hablando con él y por eso decidí preguntarte.
-¿Qué es lo que quieres? –se cruzó de brazos asimilando que se encontraba enojada, a pesar de que estaba haciendo mucho frio.
-Bueno –vaciló durante unos segundos- veras… soy la hermana de Alex.
Lizzi puso los ojos en blanco. Esto no le podía estar pasando, no a ella. Ni siquiera podía caminar por las calles sin tener que escuchar ese nombre que ya comenzaba a odiar.
-Y qué demonios quieres –exigió pegando un fuerte grito. De hecho ella ni siquiera esperaba una respuesta. Le importaba un comino y pensó en irse. Pero se contuvo.
-Necesito que me ayudes a detener a Tom.
¿Detener a Tom? Pensó Lizzi aun más confundida. Como si el que aquella persona no fuera tan bien tan confusa. Nada de esto parecía tener sentido. Lizzi trataba de poder pensar pero le costaba trabajo. Como su hermana le estaba pidiendo tal estupidez. ¿Qué haría Tom como para detenerlos?
-Sé de lo que es capaz. Lo conozco –se excusó Sarah, por ver el rostro de Lizzi confuso casi sollozando. Ahora parecía estar suplicando.
Lizzi creyó que armaría un escándalo.
-¿Qué quieres que haga? –preguntó de nuevo intentando ocultar todo el interés que floreció en ella. Era tan tentador como una pequeña galleta de chocolate al estar adieta. Era irresistible.
-Cualquier cosa, solo quiero que ella se separe de él. No quiero que mi hermana sufra.
Lizzi no sabía si estar dispuesta a todo con tal de que ellos dos se separaran. Era demasiado tentador. Si no lo hubiese pensado hubiera contestado “si” pero no lo hizo.
En su mente recordaba a Tom mirándola atentamente sin dejar de sonreír. Lo amaba y odiaba que hiciera eso frente a ella. ¿Pero como podía quitarle la felicidad ahora que la había encontrado? Muy dentro de ella sabía que no era capaz de hacerle eso a Tom a pesar de lo mucho que lo amaba.
Era su amigo, y a pesar de todo eso lo amaba.
Una lágrima brotó enseguida por la mejilla de Lizzi. No lo haría.
-Búscate a otra –le contestó amargamente con los ojos fruncidos hacia ella.
-Tú eres la única que puede ayudarme –suplicó ahora llorando. Se hinco ante ella por lo que Lizzi se avergonzó buscando automáticamente que las personas de su alrededor no miraran la escena tan incómoda y vergonzosa. Lo único bueno de la noche, era que no había gente por esos alrededores- no hagas que mi hermana sufra… eres mi única esperanza –continuó llorando.
-¿Por qué crees que tu hermana sufrirá?
-Porque lo conozco – volvió a soltar un fuerte grito de desesperación- todas las chicas sufren por culpa de él.
Dio al clavo. Era verdad; Lizzi había sido una de ellas. Estaba siendo atacada por miles de clavos a la vez. Recordar a Tom tan cerca de ella y que después se desvaneciera como el aire hizo de ella un dolor catastrófico. Hizo lo imposible por conseguir de nuevo un amor similar al de él y no lo logró. Ahora veía todo claro como el agua. Alex también volvería a sufrir y su hermana quería impedirlo. Aunque había otras pequeñas cosas que Tom no había hecho con otras chicas. Todo indicaba también que está relación sería un tanto diferente a las otras.
¿Pero ayudar algo que quizá no ocurra? Ni loca pensó Lizzi enseguida.
-No lo haré –respondió firme a su petición-.
-En cualquier caso –se resignó y se puso de pie inmediatamente. Se limpió las lágrimas y sacó de ella una tarjeta con su número y su nombre- llámame.
*****
-¿Aquella chica –pensó durante unos segundos- Lizzi, tenía problemas? –le preguntó Alex a Tom quien mantuvo la mirada perdida durante la noche. Desde que había hablado con aquella rubia.
-Algunos –respondió serio-.
Alex se decepcionó un poco por no ser la respuesta que esperaba. Necesitaba saber muchas respuestas donde en su mente ya se formulaban miles de preguntas.
La cena con Tom había sido algo inesperado. Su madre había sido tan buena cocinera como buena persona. Le alegraba tener a alguien de su lado y que se le hubiera ganado. Por lo general, se imaginaba a la suegra un poco menos amable. Sabiendo que todos tienen problemas con las suegra ¿Por qué ella sería la excepción? Se quedó callada pensativa sin dejar de mirar la autopista. No estaba muy lejos de la casa de Alex.
Lo peor para ella era tener que lidiar con aquellas preguntas. Las únicas importantes y que en su mente no dejaban de sonar era ¿Porqué Bill la miraba tanto? No soportaba que la gente la mirara y menos cuando se trataba de miradas tan penetrantes y oscuras. El solo recordar la mirada seria de Bill le daba escalofríos. Pero Tom solo le había dicho “Esta bien, no pasa nada” y después de eso Bill no la volvió a mirar en toda la noche. Pero entonces apareció Lizzi quien se despidió y nadie comentó nada. Estaba a punto de decirle “hasta luego” pero se calló y prefiero que el silencio la invadiera tanto como a ellos. Se volvió demasiado incomodo hasta que Tom le acarició la pierna y le susurró “vuelvo enseguida” Alex no temió que la engañara, pero si estaba la curiosidad de que le habría dicho. Después de que Tom regresara él ya no dijo nada y su mirada estaba completamente perdida. Varias veces le preguntó pero él solo contestaba “no es nada”. ¿Qué habría sido con ellos en el pasado?
Dejó por un momento que las preguntas fluyeran como el agua bajar de un rio. Ella sabía con sinceridad que no las obtendría hoy y menos con Tom con la mirada seria.
Habían llegado a su casa y su hermana no había salido de su casa. Lo supo porque su carro deportivo se hallaba estacionado afuera de su casa.
Alex abrió lentamente la puerta pensando en saber si estaba haciendo lo correcto o no. Besarlo y despedirse de la forma en que le hubiera gustado. Tom se encontraba demasiado perdido como para quererse despedir.
Optó por salir del carro, pero la mano de Tom la detuvo enseguida. Ella lo miró atenta y prefirió quedarse sentada cerrando de nuevo la puerta.
-Lizzi es… -sus palabras quedaron al aire. “Oh no, momento de la verdad” pensó ella. Tom continuó- Lizzi fue antes una de mis chicas –sonrío Tom como si estuviese recordando algo gracioso- fue más que eso para mí.
“Yo le prometí a ella que seríamos una pareja, que la amaría y que estaba dispuesto a dejar las cosas que me obsesionaban –como el sexo con otras chicas por ella- que yo cambiaria porque estaba enamorado de ella. Pero varias veces la engañé y solo la utilizaba para tener sexo con ella. Fue muy fácil para mí acercarme a ella sabiendo que estaba enamorada de mí, así que no me fue tan difícil. Yo le prometí que con ella sería diferente y que no la lastimaría”
Después de eso Tom se quedó callado. La miró lleno de confusión con alguna tristeza en los ojos pero sin una lagrima. Ella estaba algo sorprendida, su corazón solo se agitó un poco y deseó haber corrido antes y escapar de esto. El silencio abundó durante segundos y sintió que aquello solo le hizo formular una pregunta.
-¿Tu…. aun la quieres?
Tom se quedó con la boca abierta.
-No –negó sonriendo un poco- pero quiero aclararte que contigo es muy diferente. Aunque quiera tener sexo con otras chicas no puedo, mi maldita conciencia está ahí y ….. bueno sentí la necesidad de decírtelo.
Alex no respondió a nada. Al menos algo aclaraba sus dudas. ¿Pero y si su hermana tenía razón? ¿Y si nadie es capaz de cambiar?
Alex lo miró a los ojos. Deseaba saber la verdad a través de sus ojos pequeños y hermosos. No deseaba que la lastimara.
-¿Ella aun sigue enamorada de ti?
Tom asintió lentamente con la mirada fija en Alex. Lo odio por sentirse avergonzada evitando su mirada para que no pudiera ver lo sonrojada que estaba. Escuchó una pequeña carcajada.
-Solo prométeme que no me lastimaras –volvió a mirarlo fijamente sin importar que su rostro estuviera tan sonrojado- solo quiero tu palabra de que no lo harás y confiare en ti.
-Lo prometo –dijo Tom cuidadosamente mirándola fijamente a los ojos. Le dedicó una enorme sonrisa.
Su corazón comenzó a latir tan fuerte que no pudo creer que volviera sentir algo tan similar. Hacía tantos años que no sentía aquello que siempre le había gustado. Sintió la necesidad de besarlo.
Ella llegó a él con tanta rapidez para que sus labios estuvieran junto a los de él. Lo deseó y dejó fluir el beso. Era demasiado largo como para necesitar un respiro, pero no fue así. Intentó llevarse moviendo lentamente los labios con los de él. Su mano acarició lentamente su cabeza quitándole la pañoleta que sintió que le estorbaba. Su respiración se agitaba rápidamente y todo su cuerpo comenzó agitarse de una manera irresistible. Estaba llegando al límite y no se detuvo a pensar. Su otra mano se acomodó sobre el hombro de Tom para subir lentamente hasta su cuello. Lo apretó fuertemente hacia sus labios.
Mientras el beso continuaba, ella comenzó a levantarse de su asiento para acomodarse frente a las piernas de Tom. Podía sentir el control que tenía sobre Tom. Estaba en sus manos lo que quisiera hacerle. Volvió a besarlo intensamente solo para que su mente comenzara a procesar está sensación nueva.
Se detuvo.
Se miraron por un largo rato y solo Alex le devolvió la pañoleta y le dio otro beso sobre sus labios “Hasta luego” le susurró Alex al oído.
Caminó a paso lento intentando asimilar las sensaciones con las que había lidiado hace algunos minutos.
Se giró en busca del rostro de Tom como si este tuviera el problema resuelto a su pregunta. ¿Acaso Tom hacía que se sintiera de esa manera? Fue una adrenalina que corrió por todas sus venas. Lo deseó.
Alex negó de forma brusca. Desear a una persona no estaba en sus planes ni mucho menos tener sexo con él. No ahora.
Abrió la puerta silenciosamente pensando en no despertar a su hermana quien quizá pudiera estar demasiado cansada para no salir con sus amigas.
-A donde fuiste –sonó su voz a lo lejos. “Demonios” maldijo Alex al tiempo que cerraba la puerta sin cuidado. Suspiró. Esta noche no tenía ganas de pelear con su hermana.
-Te estoy preguntando –insistió su hermana con un tono de desesperación ¿Qué le ocurría?
-Fui a cenar con Tom –respondió resignada. Al parecer ella si estaba dispuesta por ocasionar otra pelea.
-Ayer los vi besándose
-Perdón –se disculpó fingiendo estar lamentándose- no te presenté a mi novio. De verdad lo siento.
Alex caminó a paso lento dirigiéndose hacia su cuarto. No quería más discusiones. Fue una lástima que su hermana se enterara de esa manera pero jamás la dejaría tranquila.
-Alex, te estoy hablando vuelve aquí –la siguió tras de ella dando zancadas para llegar hacia ella.
-Sarah –la detuvo Alex con tono impaciencia y con ambas manos a los costados de su rostro en forma de impaciencia- déjame en paz por favor. De veras que ya no quiero discutir.
-Es que estas cometiendo un error grave. La gente nunca cambia..
-Porqué te empeñas de nuevo –se cruzó de brazos-.
-Alex, quiero hablarte de algo que me sucedió a mí.
Sarah la tomó de la mano para llevarla hacia su cuarto. No lo hizo bruscamente, porque de ser así Alex ya se hubiera largado. Pero en cambio, decidió seguirla.
Ella la soltó y se dirigió caminando más allá de su habitación. Alex pensó más de una vez en retirarse, pero su curiosidad la estaba matando. Solo esperaba que no fueran esas charlas que los padres daban para hablarles a sus hijos sobre el sexo. Era lo peor y sobre todo aburrido.
-Yo también tuve un amor así cuando tenía más o menos tu edad –dijo Alex con un hilo de voz- fue… -lo pensó durante unos segundos mirando una pequeña hoja de papel que sostenía sobre sus manos con la mirada perdida-..fue de lo más hermoso y especial.- Alex decidió sentarse sobre su cama sabiendo a regañadientas que se trataba de su vida.
“Yo ya estaba por cumplir los dieciocho años. Era lo que más deseaba; mis amigas ya se divertían yendo a clubes o antros donde les pudieran dar las bebidas alcohólicas que ellas desearan. Me dejaban sola cuando deseaban irse a lugares donde no le permitieran entrar a menores de edad. Odié esa parte de la infancia de no ser por un chico que conocí.
-Hasta luego- se despidieron mis amigas mientras el carro comenzaba a marchar. Tenía que fingir que estaba bien cuando ellas se iban, si no lo hacía sería la burla de todas ellas. Estaba en el porche afuera de mi casa cuando ellas se fueron y mis ojos solo vieron a una persona que se encontraba fuera. Me miró de una forma que me intimidó. Me asusté y me metí con rapidez dentro de la casa. De algún modo pensé en llamar a la policía pero qué demonios les diría –un tipo me miró de forma extraña- seguro que no, ya podía imaginar las risas de los oficiales en cuanto me escucharan.
Tu bajaste demasiado rápida y muy arreglada, si comparamos a como estas ahorita”
Sarah bufó cuando sus ojos apuntaron directo a sus ropas.
Alex guardó silencio.
-Estaba tan angustiada de que salieras a la calle pero como siempre, eres más terca que un burro y decidiste irte; Pues una persona había venido por ti. Cuando me asomé después de que abriste la puerta, aquel hombre ya no estaba. Suspiré llena de alivió y cerré la puerta.
“No fue hasta dentro de semanas cuando lo volví a ver. Estaba demasiado sorprendida y era lógico que no pudiera olvidar un rostro como ese. Ese día no había nadie a mi lado por lo que corrí rápidamente y pensé en gritar pero antes de poder cometer cualquier locura, apareció él; estaba en frente de mí. No podía correr, no podía hacer nada imprudente sin que él llegara a lastimarme.
-Que quieres –le grité asustada.
Su rostro que antes me pareció tenebrosa, ahora me parecía sorprendido y juraría que estaba por reírse.
-¿Tu número? –respondió inseguro. Su mano se levantó rápidamente y yo hice un ademan con mis manos en forma de protegerme. Él solo se rascó la cabeza, avergonzado. Me sentí tonta.
-No –negué. No podía dejar de sentirme algo.. atemorizada por aquel tipo. Pero gracias a su gran paciencia pude ver a la perfección de aquel hombre que estaba en frente de mí. Aquel era alto y sus facciones eran demasiado bellas para no mirarlas. Sus ojos eran grandes y sus pestañas parecían estar enchinadas. Sus labios eran anchos y tenían un color demasiado rosado. Aunque dejando atrás todo lo demás, era demasiado guapo. Su vestidura parecía haberla sacado de un cholo. Gorra en su cabeza, playera ancha al igual que sus pantaloncillos.
-No soy tan malo como piensas – su voz fue tan encantadora cuando pude darme cuenta que no parecía un tipo tan “malo”.
-No lo sé –ahora fingí pensarlo. Era la primera vez que un chico se me acercaba y no estaba nada mal.
-Vamos –su suplica fue tan sencilla y bastante tentador para ser alguien que conocía por primera vez.
-De acuerdo –asentí con una confusión muy extraña en mí. De pronto ya me sentía tan atraída a él. Era como si Cupido me hubiera dado un flechazo justo en mi corazón, porque fue entonces cuando solo sentí que comenzó a moverse”
-Si crees que solo por el hecho de que luzca como Tom…… -intervino Alex al saber por dónde iba todo esto-.
-Aun no término –replicó Sarah a su hermana. Alex asintió de mala gana.
“Desde ese día mi vida jamás volvió a hacer lo mismo. Ya podía despedirme felizmente sin tener que fingir, porque sabía que él estaría para mí. Su nombre era Jason. Fue el chico más dulce y romántico que pude haber conocido. Me llevó a ver muchos lugares que nunca había conocido sin necesitar tener dieciocho años. Aprendí muchas cosas que no las hubiera aprendido de los demás. Sentí otras formas que jamás conocí y que no sabía que existían. En tan solo unos días ya estaba perdidamente enamorada de él.
No pensé que todo aquello terminaría tan mal. Tan trágico, pero así lo fue.
Una noche, mientras estábamos en mi casa, nos besamos sin control. Sentía una forma extraña y no sabía que es lo que estaba ocurriendo. Comenzamos a desvestirnos y fue entonces que ocurrió una de las mejores noches de mi vida. Lo amé más. Después de ese día, ocurrió lo que yo nunca esperé de él. Me dejó plantada el día de mi cumpleaños. Me había prometido que saldríamos juntos esa noche pero no lo hizo. Lo llamé varias veces pero no contestaba. Y como siempre tan estúpida que era, fui en busca de él temiendo que le ocurriera algo. No lo pude encontrar y un amigo muy cercano a él me dijo que se encontraba demasiado enfermo y que lo perdonara.
Mis días no podían estar peor cuando me enteré de la peor noticia. Estaba embarazada. ¿Cómo podía estar yo embarazada? Me tomó varios días pensarlo hasta llegar a la conclusión de que la única forma de mantener ese bebe sería que trabajáramos juntos.
No me di por vencida y fui en busca de él sin importar lo que sus amigos continuaran diciéndome “Está en el hospital, está de vacaciones con su familia” los mandé a todos al demonio. Ya no les creía ni una pizca por lo que me puse a investigar a las afueras de su casa por mí misma.
Pasó un largo rato para tener que verlo a él dirigiéndose hacia otro lugar en su carro. Lo seguí.
Me quede demasiado sorprendida cuando lo vi besando a otra chica. Solo ahí supe que había sido engañada. Mis ojos no quitaban la vista de él, de cómo la besaba intensamente de la misma forma que a mí y peor aún, le regaló una rosa de la misma forma que a mí. Mis ojos no pudieron contener tal escena y arranqué fuertemente para no tener que lidiar con él. Sin duda alguna estaba claro que le importaba una mierda.
Estaba completamente sola. ¿Cómo mantendría a este bebe? ¿Qué dirían mis padres al respecto? Negué con mi cabeza llena de miedo. Tomé todas las pastillas posibles para deshacerme de este gusano que se hallaba en mi estomago y solo me limité a pensar en las pastillas. “Pronto desaparecerás” le dije en un intento de calmarme”
Alex soltó un susto pero se tapó la mano con rapidez intentando no interrumpir aquello. La palabra “gusano” se le hizo una palabra muy fuerte.
-Me deshice de él –susurró por lo bajo con los ojos pegados a la hoja. Aun la sostenía con furia y parecía que estaba a punto de llorar. Continuó- desde ese día no dejo de pensar en qué hubiera sido si aquel bebe hubiera nacido.
-Has .. –Alex vaciló un momento e intentó hacer su pregunta con cuidado- ¿has hablado con él?
-No –negó Alex con la misma actitud de siempre y guardó el papel que Sarah sostenía en sus manos- y supongo que eso no te bastó. Esperaba otra respuesta diferente.
-Jason no es igual a Tom –aclaró Alex quien estaba sorprendida por la historia que se había ocultado detrás de su hermana.
-Tom solo quiere hacerte sufrir igual que todos. Solo busca sexo.
-Si es así entonces lo dejaré.
-Lo dices como si fuera tan fácil. Una vez que lo besas no puedes parar.
-No todo se trata de sexo –refunfuñó Alex.
-Para los hombres sí. Ahora que si quieres descubrir por ti misma que Tom es igual a todos los hombres ¿Por qué no le aclaras que no te interesa tener sexo con él hasta dentro de mucho tiempo? Haber que hace.
-Lo haré –Alex se levantó de su cama un tanto insatisfecha y sin poder quitar las imágenes que se habían creado acerca de la historia de su hermana.
-Buena suerte –dijo Sarah satisfecha.
-Gracias…
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